Pampa del Indio. La delicada situación por la falta de lluvias pone en jaque a familias de minifundistas. La última lluvia buena, según los lugareños,data de enero. Galería de imágenes del golpe que causa la sequía.
En Pampa del Indio, particularmente en la zona rural, la gente vive con dolor, pero siempre esperanzados que todo mejorará, los condicionamientos que se desprenden de la falta de agua, producto de las escasas lluvias. La última importante fue en enero cuando se registraron inundaciones en Sáenz Peña.
En las imágenes se observa el lecho de un río que solo contiene agua en pequeños charcos, pero la alta salinidad no ayuda y los animales la descartan.
Paraje Santa Rita fue nuestro destino. Ramón abrió las puertas de su casa para OdeN. Él junto a su familia nos invito a vivir un martes de trabajo, desde el alba con la pava entre las brasas alistando el agua para el mate, hasta el ocaso donde nuevamente el mate premia el fin de la jornada.
Las represas, también llamados reservorios, están completamente secos, parecen una gran palangana de barro. Las perforaciones solo dan diez o doce baldes de agua al día. El pasto quemado producto de las heladas no tiene signos de recuperación por falta de humedad suficiente en el suelo. La tierra es dura, agrietada, polvorienta por sectores.
Las represas son apenas un charco llenas de barro, los animales se empantanan al intentar beber y corren riesgo de morir en el lugar.
Al pie de la perforación, de unos 13 metros, que obtiene el agua con una bomba manual, una cubierta vieja de tractor cortada a la mitad hace de bebedero. «Acá hay unos tres baldes de 20 litros, alcanzará para unos 20 chivos», dice Ramón. Y agrega: «A las vacas con la perforación no podemos asistirlas poste un animal bebé unos 60 litros más o menos, y la perforaciones si nos da unos 200 es mucho».
La situación es idéntica en todos los parajes ubicados a la vuelta de Pampa del Indio. «Cuando se declaró la emergencia en algunas zonas de la provincia acá había agua, pero estamos en septiembre y desde enero no hay una lluvia buena», dice Ramón.
Los animales vacunos deben trasladarse cerca de un kilómetro para conseguir un poco de agua buena. Son arreados hasta el lugar, de ida y vuelta, al menos dos veces al día.
«Lo nuestro es hacer todos los días para subsistir. Hacemos nuestra huertita que esta bastante venida a bajo por la falta de agua. Hace años no sembramos más algodón. Acá en la zona ya nadie casi siembra. Nosotros hemos maíz que sirve para las vacas, algo de mandioca, por ahí zapallo, batata o papa, depende de la época», nos cuenta Ramón.
Notable gente de trabajo, la curtida piel atestigua su vivencia «de sol a sol» como suele decir. Gente alejada de planes sociales, cortes de calle o rutas. No saben de movilizaciones ni protestas. Acuden a los ámbitos administrativos que corresponden, consorcios, municipios, etc., y luego esperan las respuestas. Si estás no llegan, continúan haciendo lo que mejor hacen, enfrentan nos desafíos con dolor, pero siempre esperanzados que todo mejorará.
El otro Chaco, el verdadero Chaco adentro.