29 noviembre, 2024

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Estuvo el día anterior en las Torres Gemelas y cubrió el horror: Nelson Castro, testigo del 11-S

Buenos Aires. El periodista conversó con LA NACION para recordar su cobertura del estremecedor atentado al World Trade Center de Nueva York; su trabajo como médico y por qué piensa que marcó el final del Siglo XX.

A Frederick Forsyth le habían rechazado la publicación de uno de sus libros porque “era demasiado inverosímil”. Su obra de ficción empezaba con un ataque a las Torres Gemelas, como si hubiese presagiado lo que sucedería tiempo después allí, en el corazón de Manhattan. La escalofriante coincidencia la recuerda el periodista argentino Nelson Castro en una entrevista con LA NACION, a 20 años de aquel 11 de septiembre de 2001, cuando fue testigo del acontecimiento que marcó el inicio del siglo XXI.

Estaba en Nueva York de paso y de casualidad. El motor de su viaje era una conferencia que tenía que dar el mismo martes 11 en Washington. El taxi lo esperaba en la puerta del hotel ubicado a 30 cuadras del World Trade Center para dirigirse a la estación de tren con destino a la capital de los Estados Unidos.

“Hasta que recibí el llamado desde Buenos Aires de los productores de Radio La Red, donde trabajaba”, relata Nelson con lujo de detalles, como si lo hubiese vivido ayer y no 20 años atrás.

-¿Qué le dijeron?

Me dijeron que había un incendio de un piso de las Torres Gemelas, de la primera. Nadie sabía qué había pasado, y que era un hecho que había llamado la atención. Me pedían que les diera una reseña de lo que se decía en los medios de EE.UU. sobre lo que estaba sucediendo. Yo no lo había visto porque había terminado de hacer mi programa de radio a las 8 de la mañana de allá, a las 9 de la mañana de acá, así que estaba en los preparativos para salir. Les dije: ‘Miren, denme cuatro o cinco minutos para ver por televisión qué es lo que está pasando pero les pido que por favor me pongan rápido al aire porque me tengo que ir, quiero llegar a la estación tranquilo, sin sobresaltos para viajar’.

Lo que Nelson no sabía era que ese viaje se le suspendería en cuestión de horas y que su paso fugaz por Nueva York se convertiría en una estadía de diez días con una cobertura excepcional de uno de los acontecimientos más fuertes del siglo pasado, como el único cronista argentino en el lugar de los hechos.

En el cuarto del hotel, el periodista tenía montado su estudio de radio, con tres pantallas de TV y hasta dos líneas de teléfono que le permitieron, según rememora, trabajar “muy cómodamente”. La primera cobertura fue la radial. De hecho, estaba al aire con su colega Jorge Rial cuando a las 9.03 de la mañana un segundo avión impactaba en la segunda de las torres del World Trade Center.

Toda la incertidumbre que abundaba en un comienzo, con ese hecho empezó a hacerse trizas, dado que ya no se pensaba que era un simple incendio o un accidente aéreo, sino que se trataba de algo intencionado y, sobre todo, planeado.

Castro agrega un detalle interesante y es que ese mismo día en los edificios del centro financiero neoyorquino había habido un simulacro de incendio, lo que demoró la reacción de algunas personas que se encontraban en el interior porque, al sonar la alarma, pensaron: “Tranquilos, es solo una simulación”.

Además de los equipos de transmisión, el periodista de 66 años -entonces tenía 46- tenía una vista privilegiada del lugar de los hechos. Dos ventanas que miraban hacia el Sur de Manhattan a tan solo 30 cuadras del World Trade Center. El escenario perfecto para una transmisión de televisión. Ese día Nelson estuvo al aire hasta las seis de la tarde.

Respirar miedo e incertidumbre
-El 11 de septiembre murieron 2966 personas y desaparecieron 24. El clima en Nueva York debe haber estado muy difícil, ¿lo recuerda como un hecho shockeante?

Sí, sí. Porque el elemento más impactante que a mí me produjo fue que EE.UU. nunca había sufrido un ataque en su territorio, entonces una de las cosas que surgía era que la gente que no tenía miedo nunca de este tipo de cosas empezó a tener un miedo brutal. Les cambió la vida, por eso hubo gente que se mudó de la ciudad. Fijate vos el cambio que representó en la historia. Yo he seguido muchos casos de personas que decidieron irse. El impacto que allí produjo al margen del horror, la angustia y la tristeza, incorporó el miedo a este tipo de ataques, que era algo que no formaba parte de la vida diaria de los estadounidenses y llegó a gente común, a funcionarios, a todos.

– ¿Tuvo miedo en algún momento? Porque imagino que en una situación así uno piensa que puede pasar cualquier cosa…

No tuve miedo, me produjo espanto porque, además, mi mejor amigo es médico allí en uno de los hospitales de Nueva York así que tuvo mucho trabajo y yo obviamente conocía todo lo que estaba pasando en la trastienda de la atención de los rescatados y demás. Así que miedo no tuve pero sí me impactó porque era una cosa absolutamente fuera del pensamiento de todos.

El caos era tal que, recuerda Nelson Castro, él mismo tuvo que dar una mano como médico a personas que se desmayaban en la calle. “Además eran días de un calor enorme; así que me tocó frenar un minuto en la calle porque había gente que le bajaba la presión y demás, entonces hasta que llegaba el paramédico yo estaba ahí, eso pasó en varios momentos”, señala.

La situación, cuenta, se volvió más desesperante por la noche. “Esa noche se cortó la luz y mucha gente que tuvo que dejar su vivienda desesperada asistía a los cuarteles del centro de bomberos para ver si tenían información de familiares. En algunos había cola y se desmayaban allí porque les bajaba la presión por el impacto emocional. Pero había que atenderlos porque, obviamente, los paramédicos no daban abasto”, cuenta.

Una coincidencia de ficción
Estaba de paso por NYC, sí. Pero el lunes 10 Nelson tenía un compromiso de trabajo como periodista y se había tenido que reunir en la Gran Manzana con dos consultoras económicas que analizaban las deudas latinoamericanas. Cabe recordar el contexto que la Argentina vivía en ese entonces: ni más ni menos que la crisis del 2001.

Castro se dirigió, como en cualquier entrevista, a las oficinas de los analistas para conversar acerca de su visión sobre la situación que atravesaba el país. La cita fue en un piso de la Torre Sur del World Trade Center, aquella planta que un día después a las 9.03 de la mañana era impactada por un segundo avión terrorista.

“Esas personas no eran amigas mías. Las conocí esa vez, pero me generó angustia e incertidumbre el no saber qué les había pasado”, relata Castro a LA NACION. Según recuerda, sus entrevistados se salvaron porque en Estados Unidos estaban empezando las clases y, como ellos tenían hijos chiquitos, tuvieron que asistir a la adaptación escolar. “En vez de llegar a la oficina a las 8:30, ese día iban a llegar a las 10 u 11. Se salvaron por eso”, manifiesta como uno de los hechos que personalmente más lo marcaron en aquella cobertura.

En relación a esto, el periodista expresa: “Siempre me acuerdo de los chicos cuyos padres trabajaban allí y no los fueron a buscar al colegio porque fallecieron. Fue una de las notas de esa tarde”.

-¿Cómo hace un periodista para manejar la angustia de un momento así y a la vez ser profesional?

Qué se yo… Yo lo hice naturalmente, no te puedo decir cómo lo hice. Hice lo que me salió. Para mí fue un hito no solamente haber estado ahí sino la valoración que la gente y los colegas hicieron de la cobertura. Porque es un tema que a mí también, te confieso, me sorprendió. La valoración no solamente del hecho de estar allí sino de la calidad de lo que hicimos. Lo agradezco mucho a los colegas y a la gente, que lo trae por estas épocas a la memoria de una manera muy vívida.

El día después de la tormenta
El presentador de televisión señala que ese día se dio cuenta de que empezaba el siglo XXI. En su visión, un “siglo tomado por la violencia” por los hechos como el atentado a las Torres Gemelas que se repitieron y “seguramente se van a repetir”. “Estamos en presencia de un mundo más inseguro, con cambios en cosas que hoy nos parecen habituales pero que en aquel momento no lo eran. Hoy al viajar en avión somos todos sospechosos de ser terroristas”, reflexiona.

Respecto de los autores del atentado, opina que en acontecimientos así siempre hay teorías conspirativas pero “la evidencia es muy clara” sobre la responsabilidad del grupo terrorista Al-Qaeda. “La autoadjudicación ese día de Osama Ben Laden fue una cosa realmente impactante”, recuerda.

Nelson volvió varias veces al lugar donde supo estar el World Trade Center, donde hoy se esgrime un memorial conmovedor y desgarrador para recordar a las víctimas del atentado. De hecho, si no hubiese restricciones para viajar por Covid-19, estaríamos viendo al periodista en la pantalla de TV cumpliendo con el rol que tan bien ocupaba 20 años atrás con el escenario neoyorquino de fondo.

En este aniversario tan importante para el mundo, el conductor advierte sobre la “violencia extremista” que se vive por estos días y concluye: “Ver lo de Afganistán 20 años después te demuestra que efectivamente ahí comenzó una etapa distinta de la historia de la humanidad, que es triste porque esos movimientos extremistas continúan, continuarán y nos ponen en riesgo a todos”.

Por Lucía Fortin para La Nación

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