Sáenz Peña. El director del Hospital 4 de Junio, Jaime Etchelouz, acompañado de su codirector Sebastián Rodríguez, hablaron con algunos medios de prensa, y admitieron que la mujer que intentó robar el bebe hacía tiempo vigilaba el lugar y burlaba la cuasi seguridad existente.
«Nos enfrentamos a una persona que sabía cómo moverse dentro del hospital», increíblemente de esta forma el director admite la falta de control para estos casos. Al mismo tiempo que se hizo pública la postura del equipo médico del servicio de Tocoginecología que presentó una carta al director del hospital Etchelouz solicitando solicitando una reestructuración urgente de la seguridad.
«Gracias a Dios, el personal reaccionó a tiempo. La rápida activación del protocolo permitió cerrar todas las entradas y lograr la recuperación inmediata del bebé», dijo a los medios el director del hospital Jaime Etchelouz. Ese protocolo no existe, no hay un manual que permita resolver una cuestión como la sucedida, en este caso el accionar del mismo personal del hospital y la rápida intervención de la policía pusieron fin al horror.
Solo basta repasara las exigencias de Tocoginecología para saber que esto es así, ya que entre los puntos solicitados piden refuerzo del personal de seguridad en todos los accesos sensibles, instalación de cámaras de vigilancia y monitoreo ( que el ex funcionario provincial Sebastián Chade dijo haber solucionado) permanente sistemas electrónicos de control de ingreso con tarjetas y credenciales,
brazaletes electrónicos para neonatos, con códigos únicos que coincidan con los de sus madres, simulacros y capacitaciones periódicas del personal, protocolos reales actualizados y oficiales para la actuación ante emergencias, registro obligatorio y verificación de identidad para todos los visitantes. Es decir, ante este detalle del personal de Tocoginecología se advierte que no existe ningún protocolo como dice Etchelouz ni seguridad alguna, salvo los pocos sujetos vestidos con ropa estilo policial que hacen de «cuida puertas» en portones de ingreso, que también falló.
«Nos enfrentamos a una persona que sabía cómo moverse dentro del hospital. No siempre se hacía pasar por paciente sino por personal médico, y en distintos turnos daba versiones diferentes», explicaron Etchelouz y Rodríguez.