Sáenz Peña El uniformado asesinado de una puñalada al momento de ser herido no contaba con arma reglamentaria. El porqué, «estaba castigado» por la fuga de un detenido en Navidad.
En la jornada de ayer, mientras eran sepultados los restos del cabo Ojeda, la Jefatura policial a través de la Dirección de Zona emitió un radiograma que desde hace años los efectivos esperan.
«Carácter URGENTE», reza el encabezado y solicita «informar: cantidad personal policial hallase sin provisión armamento reglamentario, motivo, desde que fecha y función que cumple actualmente. Mencionar Dependencia donde cumple funciones».
«Sin perjuicio ello, elevar nota esta Dirección, informar Dirección Personal y Arsenales, solicitando restitución armas, para el caso registrar violencia genero, entregar misma al ingreso servicio y retenerla al egreso, ídem para que efectué el interesado servicio adicional», se lee en el instrumento que circuló en todas las comisarías.
De esta forma se desnuda un tema muy delicado dentro de la fuerza policial, la falta de elementos que tienen que ver con la seguridad del policía y que, si bien existe un descuento en el recibo de sueldo para eso, no es provista por el Estado. Ni chalecos, ni posta de goma, ni borceguíes, ni esposas, ni vestimentas, ni siquiera pistolera para el arma reglamentaria.
OJEDA ESTABA «CASTIGADO» POR UNA FUNCIÓN QUE NO LE CORRESPONDÍA
El asesinato del cabo Ojeda descubre el enojo con la cúpula policial, no de ahora, sino desde hace mucho tiempo, incluso cuando Lisboa era J1. Enojo por falta de respaldo y por exigir que el policía cumpla funciones no propias como custodiar un preso que debería estar en la Penitenciaria y no lo está por superpoblación carcelaria.
El Policía fallecido ya trabajaba en Napenay, y en Navidad estaba de llavero en la Comisaría 4ta porque en ese lugar había 3 presos que pertenecían a Napenay. Ojeda fue separado del servicio, locastigaron por una fuga de presos en Navidad con retención de haberes y le quitaron su arma reglamentaria -uno de los evadidos de Navidad era preso de Napenay-.
Cuando Ojeda fue reitegrado, para que escarmiente por su «aparente» descuido» fue restablecido en el servicio de la Comisaría 6ta Metropolitana. Recién hace 10 o 15 días salió su traslado nuevamente a Napenay.
«Hay indignación del personal subalterno con el Jefe de Policía Acuña que vino a dar una conferencia de prensa y ni el nombre del Policía asesinado sabía», comentan los uniformados en las últimas horas, mientras el enojo sigue creciendo.
Acuña también dijo que hacía 10 días que Ojeda estaba prestando servicio en Napenay porque era funcionario policial de la 6ta en Resistencia y que lo acercaron para que esté cerca de sus familiares. El Jefe de Policía mintió. No contó la verdad sobre la situación de revista del fallecido. Vulgarmente en la jerga policial se llama «pijazo» el traslado tras ser separado de servicio por alguna situación que la institución Policial quiere maquillar.
Es decir que el actual jefe Acuña vino a Sáenz Peña ha destacar el acompañamiento de la Institución para con la familia del asesinado policía, pero se olvidó de mencionar que «para que escarmiente» y con la necesidad de dejar un mensaje hacia el resto de los uniformados, aunque no sea una tarea del policía custodiar un preso -porque además no deben existir presos en Comisarías- Ojeda se había comido un «pijazo» y que fue la misma cúpula policial que hoy manifiesta sus condolencias quien lo dejó desprotegido sin arma reglamentaria y lo mando a intervenir en un procedimiento donde halló la muerte.