Sáenz Peña. Las bases municipales, de distintos espacios, pusieron el grito en el cielo al darse a conocer una versión que indica que el gremialista Néstor Jara quiere ser candidato a concejal.
Entre «los munis» no cayó bien esta noticia, y mucho menos entre «los munis» radicales de pura cepa. «La UCR, ni el PRO, ni Cambiemos, pueden caer en tamaña desinteligencia. Nos hemos pasado 12 años denunciando a los que siempre se comportaron al margen de la ley, y resulta que ahora algunos dicen que puede estar en la lista de concejales un condenado con prontuario infinito», dicen en los pasillos de la comuna.
Evidentemente «alguien» le endulzó la oreja a Néstor Jara y este agarro viaje. Los empleados municipales, divididos en distintos grupos por la representatividad que tienen, no tomaron cen buenos términos esta noticia. Es más hay quienes indican que el SUOEM ya ni siquiera tiene la fortaleza que tenía antes en otras gestiones, ya que hasta la cantidad de afiliados ha caído estrepitosamente.
En mayo de 2015 Jara fue condenado por un juicio por Supuestas lesiones graves, lesiones, amenazas y violación de domicilio y en el mismo mes de 2016 esa condena, de tres años en suspenso, quedo firme.
Esa situación ante la Justicia no ha sido la única, y la familia municipal lo sabe, por ello es que se nota, en especial en el gremio que conduce Jara, la fuga de afiliados. En 2011 Jara había sido elegido por 345 votos, algo así como más del 60%, y en 2017 cuando fue reelecto escondió los números y solo habló de porcentajes (dijo que saco el 70%).
Jara fue artífice de conseguir un espacio en la lista de concejales para representar a los trabajadores. Primero fue Alejrandra Kaleñuk la concejal de «los munis» (o lease del gremio), y esa banca si bien renovó el espacio no fue así con la persona, porque hubo roces con Jara. Así llegó el turno de la actual concejal Carmen Fernández, pero la experimentada empleada municipal fue más impuesta por el Ejecutivo que apuntada por el sindicato Jarista.
Hay quienes dicen que Jara debería ocuparse de «sus negocios», los que serían muchos y muy bien remunerados, y dejar de exigir tanto, pues ya no tiene tanto peso ni gente que lo siga.