Buenos Aires. El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió el 21 de agosto la misa por el Día del Catequista en la parroquia Nuestra Señora de Aránzazu, que llevó por lema “Querer ser testigos de la esperanza con nuestra propia vida».
La Eucaristía fue concelebrada por el obispo auxiliar de San Isidro, monseñor Guillermo Caride, y el director diocesano de Catequesis, presbítero Hernán Bonsembiante, y los catequistas encendieron velas como signo de ser portadores de esa esperanza.
En su homilía, monseñor Ojea recordó las dificultades que sufrió San Pablo para poder transmitir el Evangelio, como también los obstáculos que atraviesa la misión de los catequistas de hoy, entre otros por los cambios culturales y la pandemia.
“Dios nos encontró dignos de confiar la Buena Noticia», aseguró continuando con el relato de la carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses, y subrayó: «El Señor tiene confianza en cada uno de ustedes; es como si hubiera depositado el Evangelio en las manos y en el corazón de ustedes”.
Refiriéndose a la experiencia del llamado de Dios a la vocación catequística, el prelado sanisidrense afirmó que “ese llamado nos ha hecho testigos de la resurrección de Jesús, nos ha llamado a ser testigos de la esperanza”.
“Esa confianza que Jesús nos da, que en algún momento de la vida aparece, nos lleva a nosotros a querer a quien se presenta en nuestro camino, porque sin ese cariño es imposible ser testigo del Evangelio; con nuestra propia vida somos testigos de esperanza”, sostuvo.
Monseñor Ojea evocó también al apóstol Pedro como el personaje que recibió preguntas de Jesús muy complejas y puntualizó en el relato del evangelio de Juan, en el que Jesús pregunta a los doce: “¿También ustedes quieren dejarme?”, a lo que Pedro respondió: “Señor, a ¿quién vamos a ir?”.
Asimismo, reforzó el sentido de su reflexión citando la pregunta de Jesús al Apóstol acerca de su amor, de su fidelidad hacia Él. «La pregunta que también nos ha hecho a nosotros en el camino de nuestra vocación como catequistas”, enfatizó, y agregó que “Él es la persona para quien vivimos, es con Él con quien nosotros deseamos encontrarnos».
“El Espíritu llama también hoy a hombres y mujeres para que salgan al encuentro de todos los que esperan conocer la belleza, la bondad y la verdad de la fe cristiana”, afirmó citando el motu proprio del papa Francisco Antiquum ministerium -con el que se instituye el ministerio de catequista.
Finalizando su mensaje, monseñor Ojea pidió a Dios que “podamos ser transmisores de la belleza del Evangelio, que nos enamoremos de nuevo el Evangelio de Jesús, que es la clave que le da sentido a nuestra vida, que es la clave que están esperando tantos hermanos y hermanas, que les hablemos de Él, que les demos testimonio de cómo es la vida de una esperanza viva”.
De la celebración participaron también el presbítero David López, miembro del Equipo diocesano para la Catequesis y el presbítero José Luis Quijano.