Sáenz Peña. Monseñor visitó las parroquias ubicadas en Santa Sylvina, Quitilipi y Villa Rio Bermejito. “Mirando a San Antonio vemos cuanto Dios nos ama y que quiere lo mejor para cada uno”, dijo el obispo Barbaro en sus mensajes.
Tres parroquias de la Diócesis de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña están bajo el patrocinio de San Antonio de Padua. Debido a las largas distancias que separaran a las parroquias entre sí y de la sede diocesana, Monseñor Barbaro inició su recorrido días previos a la fiesta del Santo que se celebró el 13 de junio.
La primera visita fue el viernes 9 a la comunidad de Santa Sylvina. Luego de encontrarse con el párroco, padre Walter Vargas, Monseñor Barbaro se dirigió a la Unidad Educativa Juan Palo II a un encuentro juvenil. Saludo al numeroso grupo de adolescentes y jóvenes, les dirigió unas palabras y respondió preguntas. Seguidamente, en la sede parroquial tuvo lugar la Santa Misa, con la participación de toda la comunidad.
En la homilía, el prelado, animó a todos a mirar a San Antonio y ver a través de él cuanto Dios nos ama y, por eso, quiere lo mejor para cada uno. Todos son llamados por Dios, y a través de la vocación cada uno encontrará sentido a su vida. Invitó puntualmente a los jóvenes a ser alegres en medio de una sociedad que tiene la idea de una juventud “perdida”.
El segundo destino fue a la comunidad de Quitilipi, donde en tres meses ya es la tercera visita del obispo. El párroco, padre Fernando Sosa, agradeció la cercanía de Monseñor Barbaro. En la homilía recordó que la Iglesia celebraba ese día el Misterio de Santísima Trinidad, y como las tres personas divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están presentes en la vida de los fieles y de la Iglesia. El obispo, además, pudo saludar a la feligresía y mantuvo un encuentro con un gran número de jóvenes en un salón adyacente a la parroquia.
El recorrido pastoral finalizó el martes 13 en la localidad de Villa Río Bermejito. Monseñor Barbaro destacó aspectos de la vida del Santo, en particular explicó el detalle de una cruz que San Antonio dibujó en una pared para no olvidarse de la entrega de Jesús por cada uno, su amor por cada uno de nosotros y como de la Pascua del Señor brota la “fuerza” para una vida cristiana auténtica, para que desde el bautismo cada cristiano busqué configurar su corazón al corazón del Señor. El párroco, padre Fabián Pintos, agradeció la presencia del obispo.
