Sáenz Peña. Increíblemente la política tiene eso de entremezclarse con casi todo, para bien o mal, publica ChM. Este es un caso peculiar de un juez premiado que roba… los sueños de la gente.
Sáenz Peña, en ese contexto, no se ha diferenciado de lo que sucede históricamente en el país. La Termal tiene una larga historia de justicia politizada y de política judicializada. Gobiernos, legisladores, intendentes, concejales, referentes partidarios y sociales, y abogados, enfrentan una profunda crisis de credibilidad. Los administradores de justicia actúan como políticos antes que como abogados o magistrados independientes.
Algunos «radicales» y «peronistas», que vienen poniendo funcionarios en la Justicia desde hace tres décadas, como si intercambiaran figuritas, lejos de mejorar la calidad de la Justicia saenzpeñense y del interior solo han conseguido dejar marcada una exultante decadencia en la que se avista profundamente la promoción de abogados faltos de sensibilidad social, en ciertos casos honestidad, probidad y espíritu de justicia en beneficio de todos.
El hombre llegó al cargo de juez por una opereta de la UCR, que buscó de esta manera tener un magistrado amigo para tramitar, cuando sea necesario, algunos llamados «amparos» para amigos cercanos.
Este magistrado, del que nos ocuparemos detalladamente en breve, ha sido denunciado en varias oportunidades por ante el Consejo de la Magistratura pero la política, la misma que lo hizo juez, lo salvó.
La desidia, la insensibilidad y el deshonor hacia quienes fueron sus clientes, cuando era un simple abogado, los futuros destruidos, la sensación de traición y estafa a los sueños de varias familias. Una historia increíble, oculta por los entramados de la política.