Sáenz Peña. Un doble asesinato sucedido el 17 de octubre de 1999. Una fuga cinematofráfica y la eterna amarga sensación de la existencia de complicidad. Segio Almaraz sigue sin «ser visto». El Estado ofrece desde hace años una recompensa, pero ésta hasta pareciera es solo un gesto como «para cumplir».
La Justicia chaqueña sigue sumando a su desprestigio. Desde María Luisa Quevedo hallada en una represa de Sáenz Peña estrangulada y con signos de violación hasta los Padin ejecutados a golpes en su propia casa en Machagai, hay muchos casos de los que no se hablan y son la cara oscura de la Justicia chaqueña (saenzpeñense) que si bien va cambiando de rostros sigue sumando inoperancia e impericia.
Sergio Almaraz es un caso ejemplificador de ese desprestigio por el que la Justicia trabaja denodadamente, para acrecentarlo. El doble homicida (ejecutó a sangre fría y sin piedad alguna a dos remiseros: Orrego y Bernardis) fue beneficiado por su “buena conducta” para pasar a otro lugar de detención, y eso terminó en fuga. Un hueco en la pared, donde el hoy prófugo, tuvo el tiempo suficiente de raspar el material de la pared y quitar los ladrillos necesarios para pasar su cuerpo. Cinematográfico, pero a la vez sospechoso que un peligroso homicida sea puesto en una celda de esas características.
La alevosía y saña mostrada por los dos delincuentes (Almaraz actuó acompañado de Marcelo Romero, quien se hacía llamar también Marcelo González) al ejecutar sin que ambos trabajadores del volante ofrecieran resistencia, deja de lado cualquier tipo de análisis que se pueda agregar para destacar su peligrosidad.
A casi 20 años del crimen, y 16 del escape sospechoso de Almaraz, el Ministerio de Justicia de la Nación ofrecen una recompensa. Pero ésta hasta pareciera es solo un gesto como «para cumplir». Más allá de que se pueda seguir subiendo el monto de lo ofrecido, con el paso de los años Almaraz sigue siendo otra deuda más pendiente de la Justicia chaqueña con el interior.