Sáenz Peña. La festividad de San Roque, como otros momentos litúrgicos fuertes (inicio de Cuaresma, triduo Pascual, Pascuas, Navidad, etc.) suelen ser momentos elegidos por algunos políticos para, compartir en comunidad o buscar una foto para mostrar. En la última misa por la fiesta patronal de la Diócesis no solo de la ciudad, una actitud de la presidente del Concejo Nora Gauna llamó la atención.
La fotografía que acompaña la nota es del momento de la Consagración: acción por la cual un sacerdote que celebra el Santo sacrificio de la Misa, y convierte las especies del Pan y el Vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. En ella se ve al intendente Bruno Cipolini postrado de rodillas, con la cabeza hincada. Es en la celebración de la Misa, a la que se llama la oración perfecta, un momento sublime.
La actitud de la presidente del Concejo Nora Gauna no pasó desapercibida para muchos. Muchas veces quienes se aferran a la política tienen cierta frialdad para con las cuestiones sagradas, y en innumerables oportunidades muchos funcionarios buscan la foto como un testimonio populista, incluso viviendo la fe de manera superficial.
Para la contadora hoy en día es todo redes, sino lo mostramos pareciera que no sucede. «Participamos de la procesión y la misa central presidida por el Obispo Monseñor Hugo Barbaro por el día de nuestro patrono, San Roque», escribió en su muro de Facebook, y acompañó fotografía atada al texto: «Con devoción y fe, acompañamos la fiesta patronal y pedimos por su protección y guía para nuestro pueblo».
La devoción es un sentimiento de profundo respeto y admiración inspirado por la dignidad, la virtud o los méritos de una persona, una institución, una causa, etc. El diccionario identifica a la devoción con el amor, la veneración y el fervor religiosos, incluso con la práctica piadosa no obligatoria. Y la fe es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión.
Sin embargo, esa devoción y fe de la que habla la contadora pareciera ser acuosa al momento de testimoniarla. La fe es una experiencia personal, claro está. La Iglesia indica que, en caso real de imposibilidad de arrodillarse (incapacidad física) se puede permanecer de pie, incluso sentado si no hay otra manera, pero en estos casos se debe hacer una inclinación de cabeza o reverencia.
Arrodillarse es un modo de participación exterior, activa, en que el cuerpo ayuda a vivir las realidades interiores. Por eso hay ponerse de rodillas en los momentos que la liturgia prescribe. La adoración está vinculada espontáneamente al gesto de arrodillarse: uno se empequeñece ante la grandeza de Dios. Se empequeñece, no lo trata en un plano de igualdad o con mirada soberbia.
Para entender el gesto, hay que remitirse a las primeras comunidades, donde para un hebreo doblar las rodillas significaba entregar el poder. Al doblarlas ante Dios, los judíos hablaban con su cuerpo: expresaban que doblaban las propias fuerzas ante Dios, reconociendo así su gran poder. La voluntad del que se arrodilla se somete a la voluntad de Dios.
En las sagradas escrituras se dice: “Venid, inclinémonos en adoración, arrodillémonos ante el Señor nuestro Hacedor”. Incluso en el Nuevo Testamento, se menciona el arrodillarse. Efesios 3:14 habla de arrodillarse delante de Dios, y Filipenses 2:10-11 habla de cada rodilla inclinada ante el nombre de Jesús.
El cristianismo se testimonia con actos. A eso llama la Iglesia constantemente, y el acto de arrodillarse ante la Hostia consagrada, haciéndolo con fe y humildad de corazón, es uno de los testimonios más vivos de la creencia, pues se demuestra que ahí está el Cuerpo de Cristo, que ya no es un trozo de pan.
La Santa Misa, mediante la liturgia, tiene momentos que son gestos, así como el Concejo que preside Nora Gauna tiene reglamento interno al que hay que respetar, y que se supone la contadora respeta. En fin, las cosas sagradas no debieran ser solo un incentivo para la foto populista de los políticos.