Quitilipi. El presbítero Luis Czub, que se desempeñaba como Vicario en la Parroquia San Antonio de Padua de Quitilipi, desde que fue ordenado sacerdote, fue recientemente nombrado por Monseñor Barbaro como Vicario de la Parroquia Inmaculada Concepción de Pampa del Infierno, comunidad que tendrá desde éste sábado su acompañamiento y guía.
Éste último viernes 5 de diciembre la Capilla Santa Rita en la comunidad rural de El Paraisal fue el lugar elegido por las comunidades rurales de Quitilipi, y allí el padre Luis celebró el misterio de la Santa Misa para despedirse de las familias que por años acompañó.
El sacerdote presidió la celebración de la Eucaristía y alentó a las comunidades a no perder la fe, y dejarse conducir por Jesús Eucaristía en cada aspecto de la vida cotidiana. La celebración contó con varias comunidades rurales que se acercaron a participar.
Finalizada la Misa, se realizó una cena comunitaria a la canasta, oportunidad en se se sumó el párroco de la Parroquia San Antonio de Padua de Quitilipi, el padre Fernando quien vivió en comunidad con el padre Luis y lo vio crecer en su misión pastoral.
Las comunidades rurales destacaron la cenaría y la sencillez del padre Luis, le agradecieron con una conmovedora carta sus acompañamiento y trabajo pastoral, y le desearon una misión fructífera en su nuevo destino pastoral, siempre guiada por Dios y mamá María.
La carta de la comunidad
Querido Padre Luis:
Hoy la comunidad de Santa Rita, junto a las comunidades vecinas, queremos despedirlo como lo hacemos en el campo: con sinceridad, con el corazón en la mano y con una gratitud que no cabe en estas palabras.
Usted conoció nuestro ritmo: el de la gente que se levanta antes que el sol, que trabaja la tierra con esfuerzo y esperanza, que confía en la lluvia y en la bendición de Dios para que todo crezca. Y en medio de ese andar, usted siempre estuvo. No importaba si el camino era largo, si había barro, si el viento golpeaba fuerte o si caía el calor del verano: usted venía igual, llevando a Jesús como quien lleva una luz encendida en la noche.
Le agradecemos por sentarse en nuestras mesas sencillas, por aceptar un mate compartido bajo la sombra de un árbol, por escuchar nuestras preocupaciones con paciencia y alegría. Le agradecemos porque no vino con apuro ni distancia; vino como un pastor cercano, caminando al paso de su gente, conociendo nuestros silencios, nuestras luchas y nuestras fiestas.
Hoy nos cuesta despedirlo. En cada campo, en cada capilla y en cada familia, usted deja una huella honda, como esas pisadas firmes que quedan marcadas en la tierra recién arada. Pero sabemos que Dios lo llama a otras tierras, y nosotros, que somos gente de siembra, entendemos que cuando una semilla se ha cuidado con amor, aunque cambie de lugar, sigue dando fruto.
Que el Señor lo proteja en este nuevo camino, que le dé fuerza, salud y alegría para seguir llevando esperanza donde lo necesiten.
Gracias por todo, Padre Luis. Santa Rita y sus comunidades vecinas siempre serán su casa, su descanso y su abrazo de campo.
