Sáenz Peña. Miles de fieles se acercaron a las parroquias y capillas de toda la Diócesis para participar de las celebraciones de Semana Santa.
El Obispo, Monseñor Hugo Barbaro, presidió las celebraciones centrales en la Catedral San Roque.Destacada concurrencia tuvo la Misa Crismal el Miércoles Santo donde arribaron a la Catedral fieles de todas las parroquias de la Diócesis.
En la misma, todos los sacerdotes,más de cuarenta, renovaron su compromiso de servir a los fieles en las respectivas comunidades.
En la homilía el obispo, siguiendo las lecturas de la Misa, destacó: “Dios hizo con nosotros –los sacerdotes- lo que leímos en el Salmo, lo ungí con el óleo sagrado, para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga poderoso. Es la mano de Dios la que actúa a través nuestro, en los Sacramentos y en toda nuestra actuación sacerdotal, y con su poder sobrenatural logra lo que sobrepasa toda lógica o posibilidad humana.
Y sigue el Salmo: Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán. Él me dirá: Tú eres mi padre,mi Dios, mi Roca salvadora. Contamos con una seguridad, con un respaldo único en los desafíos que se nos confían, no estamos solos con la carga que Dios puso sobre nuestros hombres”.
Además, ante el sufrimiento y el dolor de tanta gente, el obispo animó a los presbíterosa escuchar con más atención las palabras del Profeta Isaías: “Los desafíos de la fe nunca fueron fáciles; no lo eran en la época de Isaías. Sin embargo el Señor lo envió a llevarla buena noticia a los pobres, a proclamar la liberación de los cautivos y la libertad a los prisioneros. Hoy como entonces hay multitud de hombres y mujeres cautivos del error y prisioneros del desorden de las pasiones. Nosotros los sacerdotes estamos llamados en primera fila a salir a los caminos y llevar a todos la luz de Dios. Parecería que a muchos no les interesa, no quieren oír. Pero la realidad es que todos, aún sin saberlo, buscan a Dios porque en los corazones humanos está escrito el deseo de Dios. Aveces llenan ese deseo con otras realidades o dejan que se duerma, pero siempre está presente. No nos cansemos de rezar por la gente escuche, que el todo buen pastor reza mucho por su pueblo; y no nos cansemos de ayudarles a descubrir en el rostro de Cristoel verdadero Dios que siempre nos llama y nos espera”.
Por eso destacó la importancia que cada sacerdote no se apoye en sus fuerzas sino en el Jesucristo: “Que el Señor nos conceda un entusiasmo siempre muy vivo de ser sacerdotes del Señor, ministros suyos, parte de ese Reino sacerdotal para Dios. Tal vez al principio de nuestro ministerio nos movió un entusiasmo más juvenil, pero después fue viniendo y crece un entusiasmo más maduro, con mucha fuerza porque se apoya más en la fe; uno se cansa menos porque descansa más en Dios; no tiene miedo al aparente fracaso porque uno está convencido de que si Dios está con nosotros, quién estará en contra; se persevera en el esfuerzo porque tiene fuerza el convencimiento deque sus elegidos no trabajarán en vano. Ese entusiasmo más maduro pasa por encima del gusto o del proyecto personal porque lo que nos interesa es la Iglesia, la salvación de todas las almas. Aunque alguna vez se camine como por el desierto o con sensación de monotonía, hay paz en nuestro corazón por la seguridad honda de que el Señor de todo saca grandes bienes, y las circunstancias más duras son las que maduran más nuestro
amor a Dios y a los demás, nos hacen más santos, y arrancan frutos abundantes de Dios”.
En la misma celebración, Monseñor Barbaro bendijo los óleos que durante el año utilizan los sacerdotes para realizar los bautismos y ungir a los enfermos. También consagró el Santo Crisma, que se utiliza para la celebración de los sacramentos del Bautismo, de la Confirmación y el Orden Sagrado.
Antes de finalizar, el obispo entregó los óleos a cada sacerdote y representantes de las comunidades parroquiales y les dirigió palabras alusivas a las Fiestas de Pascua y los bendijo con el compromiso que transmitan la alegría del Evangelio en sus respectivas parroquias.
Además, presentó a los jóvenes que están en el Seminario y se forman para ser sacerdotes y llamó a los fieles a ocuparse de las vocaciones, sobre todo con la oración