Por Walter Brown (*)
El futuro reemplazo de los billetes con imágenes de animales por próceres agitó un problema recurrente e irresuelto en la economía argentina. La falta de poder adquisitivo del peso no solo fuerza a los bancos a movilizar diariamente montañas de billetes, lo que se traduce en un alto costo que en parte se traslada a los usuarios, sino que le genera más de un dolor de cabeza a los contadores que deben manejar cifras con tantos dígitos que marean.
No es de extrañar, por ello, que haya crecido el reclamo de la impresión de billetes con mayor denominación al actual de 1000 pesos, con el que hoy ni siquiera pueden comprar uno de 5 dólares los pocos argentinos que logran acceder al tipo de cambio solidario. Pero dado el contexto de alta inflación y devaluación de la moneda: ¿es conveniente sumar billetes con más ceros o será preferible restárselos? Hoy en el país se requieren millones solo para comprar un departamento chico o siquiera un vehículo y es cada vez más común hablar en billones cuando se mira al sistema financiero y las cuentas del Estado.
LA DEVALUACIÓN DEL PESO
Desde 1969 hasta 1992, la Argentina cambió cuatro veces su moneda y le quitó 13 ceros. Justamente la misma cantidad de ceros que, al ritmo actual, se encamina a exhibir la suma de la base monetaria más los pasivos remunerados apenas cierre el primer semestre del año: 10.000.000.000.000 de pesos.
De hecho, el próximo miércoles se cumplirán 39 años desde que el peso argentino creado por la ley 22.707 comenzó a circular en el país. Se trata de una versión del peso que reemplazó a los de la ley 18.188 tras quitarle cuatro ceros a la moneda (su antecesor había llegado en 1970 tras restarle dos ceros al peso moneda nacional) y cuya vida apenas alcanzó los dos años que transcurrieron entre el 1 junio de 1983 y el 14 de junio de 1985, cuando fue reemplazado por el austral.
Aquella moneda atravesó su existencia sumergida en la espiral inflacionaria que se registraba en el final de la dictadura y el comienzo de la administración de Raúl Alfonsín, y que fue preludio de la híper que marcó el final de aquel gobierno y del austral en 1992. Se fue dejando otros tres ceros en el camino y con una inflación no muy distante a la que exhibe todo el período en el que se ha mantenido vigente el peso actual (otro que llegó tras quitar cuatro ceros). De hecho, solo en los últimos 20 años, la economía argentina acumuló un 10.147% de inflación hasta abril pasado.
Hay economistas que sostienen que tras 30 años de vida el peso debería dejar atrás dos ceros. Otros piensan que en poco tiempo ya sería recomendable restarle tres. Pero no faltan quienes dicen que quitar ceros o imprimir billetes de $ 5000 o $ 10.000 sería reconocer la inflación, como si no fuera evidente. Lo cierto es que el problema seguirá creciendo en la medida en que lo único que se haga es cambiar un diseño. Los billetes valdrán cada vez menos con o sin próceres.
(*) Para el cronista.com