Sáenz Peña. En su mensaje navideño como todos los años, el Obispo se dirigió a la comunidad para dar el mensaje navideño, celebrando el gran misterio de la fe cristiana.
En este sentido expresó: «La Navidad es siempre una gran alegría. ¿Qué celebramos?, un gran misterio de nuestra fe cristiana: el de Dios que, siendo puramente espiritual y todopoderoso, asumió nuestra humanidad con tantas limitaciones: pasar frío, calor, hambre; experimentar el cansancio o el sufrimiento».
«¿Y por qué lo hizo?» agregó, y siguió: «Nos responde el padre de San Juan Bautista: Por las entrañas de la misericordia de nuestro Dios, el Sol naciente nos visitará desde lo alto (Lc, 1, 78). No vino a juzgar, sino a salvarnos. La Navidad nos recuerda esa visita de Dios, y nos viene bien porque solemos estar distraídos con muchas otras cosas. Podríamos perdernos esas luces que Dios pone en nuestra cabeza y orientan, o perdernos su amor que purifica el corazón y lo llena de alegría».
«Que lindo que en esta Navidad descubramos una vez más que Dios está muy cerca de cada uno. Qué pena sentirlo distante, qué vacío en el corazón. Los invito que al mirar al Niño pensemos que es Dios con nosotros, y que el propio corazón se llene de su amor. Y recordemos algo importante: ese amor de Dios es para compartirlo, tenemos que llevarlo a la familia, a la sociedad» replicó Monseñor Barbaro.
Además indicó que «hay sufrimientos y dificultades en las familias, y existen muchísimos en la sociedad. Algunos no los podremos resolver, entonces con nuestra oración los confiaremos a la ayuda de Dios. Pero podríamos aportar alguna solución a muchos sufrimientos si nuestro corazón estuviera mejor transformado por el amor de Dios, purificado del orgullo o del egoísmo».
Por último, dijo que «en esta Navidad, con más amor de Dios en nuestro corazón, llevemos un poco más de amor, de paz y de alegría, a las familias, a los que nos rodean: lo necesitan. Muy feliz Navidad. Que Dios los llene de bendiciones».