Buenos Aires. El “cometa verde”, como ya lo bautizaron los medios, se desplaza por la vecindad de nuestro barrio cósmico por primera vez en decenas de miles de años.
Visible desde hace unas semanas desde el hemisferio Norte, hoy tendrá su encuentro más cercano con la Tierra, cuando llegue a 42,48 millones de km de distancia (alrededor de 110 veces la que nos separa de la luna). Pero para los observadores del hemisferio Sur, todavía estará demasiado cerca del horizonte para divisarlo. Habrá que esperar hasta el fin de semana, o incluso hasta el 10 o 12 de este mes, para tener más chances de observarlo en el cielo nocturno.
Sin embargo, a no hacerse demasiadas ilusiones: incluso aunque tengamos esa suerte, no se parecerá mucho a las fotos que se están difundiendo. “Hay un optimismo un poco exagerado con este cometa –advierte el astrónomo Leonardo Pellizza, ex presidente de la Asociación Argentina de Astronomía–. Existe, se va a ver, pero exige condiciones sumamente propicias del cielo. En estos días, va a estar muy cerca del horizonte norte en nuestras latitudes, y a partir de ahí va a ir moviéndose cada vez más hacia arriba, acercándose a la constelación de Tauro, donde ahora está Marte. Para colmo, estamos cerca de la Luna llena (que tendremos el 5 de febrero) y el cometa está al límite del brillo que el ojo advierte a simple vista, en magnitud seis. Y además no es una estrella; es decir, no es un objeto con todo el brillo concentrado en un punto, sino que se reparte en una pequeña área del cielo, pero de forma difusa”.
Según explica Pellizza, en principio será imprescindible contar con un par de binoculares y tener la fortuna de encontrarse en un punto bien alejado de las ciudades, con cielos muy, muy oscuros.
Los seres humanos nos sorprendemos con estos visitantes rodeados de un halo de misterio desde hace milenios. Los chinos y babilónicos creían que se desplazaban por el espacio de la misma forma que los planetas, y los griegos los consideraban un fenómeno de la atmósfera terrestre, algo así como un vapor o exhalación de la Tierra. Recién en el siglo XVI, gracias a la contribución de Tycho Brahe, pudo establecerse que éstos se encontraban mucho más lejos que la Luna. Se cree que nacen por trillones en los suburbios del Sistema Solar, en la nube de Oort, a una distancia mil veces mayor que el radio del Sistema Solar. Súbitamente, por algún acontecimiento que aún no es posible precisar, se lanzan a recorrer una órbita muy excéntrica alrededor del Sol y, a medida que se acercan a nuestra estrella doméstica, liberan polvo, vapor de agua y gases, que brillan por la radiación solar.
A éste, bautizado C/2022 E3 (ZTF, por el telescopio Zwicky Transient Facility) lo descubrieron no hace mucho, en marzo de 2022, astrónomos del Observatorio Monte Palomar, en California. Lo detectaron cuando estaba dentro de la órbita de Júpiter. De lejos, los cometas son opacos, pero cobran vida a medida que se acercan al Sol.
¿Por qué brilla en verde?
“Este cometa aparentemente tiene un alto contenido de carbono diatómico [es decir, dos átomos de carbono fusionados] –explica el astrónomo de la Universidad Nacional de La Plata, Diego Bagú–. Esto implica que al aproximarse al interior del Sistema Solar, recibe cada vez más radiación, y al absorberla emite luz en ese color. Al mismo tiempo, a medida que aumenta su temperatura, va sublimando [pasando del estado sólido al gaseoso]. Ese gas y el polvo que van desprendiendo es lo que forma la cola”.
Pero es probable que quienes lo observen desde la superficie de la Tierra no alcancen a advertir su tonalidad. “Uno ve el color cuando tiene suficiente intensidad de luz; si no, no se activan los receptores de color del ojo, entonces lo más probable es que se advierta un brillo blanquecino muy, muy tenue –explica Pellizza–. Para discernir el color, se necesita una foto de larga exposición, que junte suficiente luz. Muchos esperan ver una imagen similar a las que se difunden por Internet, pero lo que saca la cámara no es lo mismo lo que ve el ojo. La mayoría de esas imágenes son captadas por telescopios durante un largo tiempo de integración. Juntan mucha luz que de otro modo no se vería”.
¿Cuánto tiempo brillará este cometa?
El brillo de los cometas es impredecible. “La posición futura de estos objetos es fácil de calcular, el brillo, no tanto”, subraya Alejandro Gangui, astrónomo del Instituto de Astronomía y Física del Espacio de la UBA y el Conicet.
“Se sabe qué órbita va a seguir, y todo febrero y una parte de marzo va a estar en una zona en que la que sería visible –coincide Pellizza–. El problema es que se va alejando del Sol, con lo cual va a ser cada vez menos brillante y más difícil de ver. Creo que en marzo ya va a estar fuera del rango de visibilidad a simple vista y probablemente la segunda quincena de febrero también, con lo cual el consejo sería tratar de observarlo cuanto antes, alrededor del cinco o 6 de febrero, hasta cerca del diez. Los cometas de muy largo período [como éste] no se sabe cómo se comportan y a veces tienen eventos que no son los esperados. Es difícil predecir el brillo”.
¿Dónde hay que buscarlo en el cielo?
“Desde la Argentina, hay que mirar hacia la estrella Capella (la más brillante de la constelación Auriga, ´El Cochero’), que se encuentra justo sobre el horizonte hacia el punto cardinal Norte a las 21 –destaca Gangui–. La Luna molestará un poco estos primeros días, pero luego de la primera semana de febrero ya se habrá alejado del cometa. Con el correr de las noches, el 10 de febrero pasará muy cerca de Marte (en Tauro), y seguirá subiendo. Luego pasará a la izquierda de las Tres Marías pero en ese entonces su brillo ya irá menguando. Los mapas muestran que se verá decentemente hacia el final de la primera semana de febrero más o menos. El tema es que Capella está bajita en el horizonte y no todos la podrán ver muy fácil”.
Bagú agrega que el 10 de febrero va estar muy cerquita de Marte y Aldebarán, una estrella gigante roja de la constelación de Taurus. “Vamos a tener dos objetos bastante rojizos: por un lado Marte y por el otro lado Aldebarán. A medida que vayan pasando los días, el 15 y 16 de febrero, el cometa va a ir subiendo, ganando altura respecto del horizonte, y va a ser relativamente fácil de encontrar teniendo la referencia de Marte, la constelación del toro y Las Tres Marías”.
¿En qué ubicación y a qué hora se lo puede ver?
Atrapar a este cometa será como ir “de cacería”. En primer lugar, habrá que alejarse de las ciudades. “Cualquier que venga por la Panamericana de noche puede ver la cúpula de luz de Buenos Aires: es la iluminación pública reflejada en la atmósfera. Y si a eso uno le suma la Luna llena, no tiene suficiente contraste para divisar objetos tan tenues –explica Pellizza–. O sea, el cometa es más débil que el fondo luminoso que proveen la ciudad y la luz de la Luna, más aún cuando está cerca del horizonte. Poder distinguirlo sobre el fondo del cielo va a requerir cielos muy oscuros y eventualmente, ayuda visual. También hay que tener en cuenta que este objeto es una zona difusa, esférica, muy chiquitita, con una pequeña cola curvada, que es lo más brillante, y una larga cola de gas que se extiende como tres o cuatro lunas llenas. Esa cola de gas, en general, sólo se ve cuando uno toma imágenes con telescopio. O sea, lo que se va a ver es como una estrella medio nebulosa, con una pequeña colita que se curva”.
¿Qué equipo es el más recomendable?
Aunque el C/2022 E3 debería ser visible a simple vista, los especialistas lo ponen en duda. El mejor instrumento para tratar de observarlo es un par de binoculares; en especial, los relativamente modestos, de campo amplio, que permiten recorrer el cielo de a grandes áreas a la vez. “Algo no muy conocido es que en este caso convienen binoculares que no tengan mucho aumento, sino más bien de buen diámetro, para que junten luz y no la repartan en un área grande –aclara Pellizza–. Y siempre hay que usar la técnica de mirar medio de costado, porque la zona más sensible de la retina no está en el frente del ojo, sino algo corrida hacia el borde. Hay que mirar un poquito de reojo, que es donde uno tiene más sensibilidad”.
Con respecto a los telescopios familiares, tienen dos problemas: “en primer lugar, para este tipo de objetos tan tenues se necesitan los del mayor diámetro posible y no necesariamente de mucho aumento [diferentes de los que se utilizan para observar la Luna, por ejemplo] –subraya Pellizza–. Lo otro es que la estructura sobre la que se apoyan no suele ser muy estable y hace vibrar la imagen, lo que dificulta la detección”.
¿Cuándo fue la última vez que pasó por las cercanías de la Tierra?
Se lee y se escucha que este cometa atravesó el Sistema Solar por última vez hace 50.000 años. Pero los científicos lo ponen en duda ya que es imposible asegurarlo. “¿Cómo podríamos saberlo –se pregunta Pellizza–? Esas afirmaciones no se basan en el método científico. La única forma de llegar a ese número sería que alguien haya calculado la órbita hacia atrás, y eso siempre es un problema, porque todo lo que no se sepa de la física y la astronomía del cometa puede incidir mucho en el resultado. Es como hacer historia contrafáctica. Es imposible saberlo”.