El piloto Español se impuso ante el piloto Italiano Andrea Dovisioso en el Gran Premio de Japón, en el cuál se consagró Campeón del Mundial de Motociclismo por anticipado.
Es el mejor piloto del momento. Uno de los mejores pilotos de la historia del motociclismo. Y no solo porque este domingo en Japón haya logrado su quinta corona en MotoGP, las mismas que Mick Doohan –dos menos que Rossi, tres menos que Agostini, el más laureado–, sino por cómo gana y lo que (se advierte) puede ganar todavía. Marc Márquez se ha convertido, a sus 25 años, en Campeón Mundial más jóven en alcanzar siete títulos mundiales, pues a los de la categoría reina suma uno en 125cc y otro en Moto2.
Por el atrevimiento. Por el riesgo. Por las formas. Por la técnica. Porque ha llevado al motociclismo a otro nivel. Ha convertido los grandes premios en otra cosa. En una guerra en la que para ganar hay que sobrepasar los límites, pensar poco, jugar siempre en el filo. Él pone las reglas. Porque con su pilotaje provoca carreras repletas de toques, de las que se viven en un ay; carreras de las que uno puede esperar cualquier cosa: gloria o lamento; carreras en las que participan los márgenes de la pista, pues él es el primero que apura cada centímetro. El que quiera batirle tiene que jugar a lo mismo.