Corrientes. El obispo de Santo Tomé, monseñor Gustavo Montini, presidió la misa de ordenación diaconal del seminarista Ricardo Lezcano en la catedral Inmaculada Concepción, de esta ciudad correntina, donde le explicó cómo vivir en este tiempo pandémico el ministerio diaconal.
“Es casi unánime la constatación de que la pandemia del coronavirus ha afectado fuertemente el ánimo de las sociedades y, por tanto, de las personas que la conforman. La esperanza y la alegría actualmente son dos monedas poco encontradas y muy buscadas. Múltiples factores lamentablemente nos han llevado a ello. En este clima general y sobre todo en los últimos tiempos de nuestro país, diversos actores sociales y sobre todo dirigentes, han advertido esta suerte de parálisis en un sector determinado de la sociedad”, expresó en la homilía.
El prelado hizo hincapié en la falta de entusiasmo entre los más jóvenes: “Si bien es una característica prácticamente de todas las edades hoy, a los jóvenes, se los encuentra sin entusiasmo, desilusionados y como planchados en sus sueños”, puntualizó.
“Constatación fuerte y lamentablemente, muy real. Encontramos a los jóvenes entre perdidos y sin horizontes claros. Las causas pueden ser muchas; se los acompaña poco, son escasos los adultos que le dediquen tiempo y atención, en el tiempo de la pandemia han sido totalmente olvidados y encerrados, y hasta tristemente, estigmatizados. Las responsabilidades están repartidas y son diversas, pero como sociedad -y las instituciones que la conformamos- debemos aprender de lo sucedido, fundamentalmente para que no vuelva a pasar”, planteó.
“Con mucha improvisación y desconocimiento, se ha intentado ‘ganar a los jóvenes’ –no sin demagogia- a partir de superficialidades y propuestas frívolas. La propuesta que por estos tiempos se hizo escuchar se centraba en un eslogan: ‘disfrutar la vida’, o ‘hacer de la vida un disfrute’. En la bolsa de esta improvisada -y torpe- propuesta, encontramos desde el fanatismo ideológico sustentado por la emotividad, la banalización del amor y de la sexualidad, hasta el mentiroso discurso del ‘uso recreativo de la marihuana’”, advirtió, y lamentó: “Poco se habló de estudiar, de esforzarse, de fraternizar, de trabajar, de experiencias de tipo deportivas o artísticas, del sentido madurativo de las frustraciones y los fracasos y, menos aún, se escucharon propuestas con algún tipo de espesor altruista y trascendente”.
Monseñor Montini se detuvo en dos realidades muy particulares, propias de la vida diaconal y que “están al servicio -diríamos que promueven- un corazón marcado por el entusiasmo, la alegría y la esperanza”.
“Con esta ordenación diaconal, Ricardo establece con la Iglesia diocesana de Santo Tomé un vínculo fuerte y único. Jurídicamente hoy se incardina a esta Iglesia. Ricardo se une para siempre con esta diócesis como cuando un esposo ‘se casa’ con su esposa”, explicó, y precisó: “La incardinación, más que un mero lazo jurídico que ciertamente lo es, preserva y refiere a una honda verdad teologal, que cualifica nuestro modo de vincularnos y debería motivar entre nosotros una relación marcada por lazos intensos y profundos”.
“Por tanto ‘comporta una serie de actitudes y de opciones espirituales y pastorales, que contribuyen a dar una fisonomía específica a la figura vocacional del diácono camino al presbiterado’. Este hecho, como lo decíamos del anterior, debe marcar profundamente tu vida y tu forma de ser. Te regala un rostro. Hoy por la consagración diaconal sin perder todos los rasgos propios heredados de tu casa, dejas tu familia de sangre para incorporarte a otra familia: la familia de la diócesis de Santo Tomé”, completó.
Tras destacar el celo evangelizar del apóstol San Pablo, monseñor Montini recordó una frase de su carta a los corintios: “‘Ay de mí si no predicara el Evangelio” y su incansable capacidad de servicio “me hice todo para todos, para ganar por lo menos a algunos, a cualquier precio’”.
“¡Qué lindo ícono Ricardo para pensar e imaginar tu ministerio diaconal! En este tiempo, tu servicio diaconal Ricardo no puede ser otro. Que tu presencia, que tu palabra, que tu testimonio trasunten la alegría, la esperanza y el entusiasmo propios de un corazón lleno de Dios y fraguado en su amor”, expresó..
“Te encomendamos querido Ricardo de modo especial a nuestros patronos; a Nuestra Señora de Itatí y al apóstol Santo Tomás. Y en este año dedicado a su figura, te entregamos al cuidado de San José”, concluyó.