Sáenz Peña. Subida al carro triunfal «prestado» de un aparato político que no da lugar a otra expresión elección tras elección, Nora Gauna, muestra un lado cada vez más autoritario en el manejo político, hoy desde el sillón legislativo que la pone en la línea de sucesión gubernamental en el plano local. La triste experiencia con una notera.
El Radicalismo, en los tiempos más brillantes del caudillismo de Ángel Rozas, supo tener un manejo controlador de los medios de comunicación, incluso con una impronta de intolerancia a la pluma y al pregón crítico. La Subsecretaría de Información Pública ejercida por Carlos Carosini supo llevar adelante una política comunicacional que no se caracterizó precisamente por equidad en la distribución de pauta oficial ni por mostrar tolerancia con los medios que la recibían, incluso hay denuncias políticas relacionadas a prácticas antidemocráticas como las recordadas “tomadas de asistencia” en las conferencias de prensa o cobertura de actos oficiales.
Pareciera que, en el plano local, hoy el Radicalismo permite que se reediten algunas de esas acciones, y se toman con mucha naturalidad. Las actitudes de la actual presidente de Concejo Nora Gauna no cesan, y a la ya conocida infortunada frase en plena sesión donde trató de «chocolatada» a la audiencia del Juez Lineras se sumaron otras como «cajonear» proyectos que no son nacidos en las filas de la UCR o escritos por su propio entorno, ahora se sumó el destrato a una notera radial a quien exigió, mediante un «filtro», que anoticiara que preguntas le haría.
Dentro del Concejo causó gran sorpresa el enojo de una movilera radial, quien abrazada a su indignación recordó haber sido encargada de prensa de ese órgano e incluso se identificó como una comunicadora militante radical, que tuvo una triste experiencia con el entorno de la funcionaria que, dicen sus allegados, ya no piensa en ser diputada sino en obtener la bendición del gobernador Zdero para ser candidata a intendente, desacoplándose de quienes la «inventaron» políticamente».
La movilera aguardaba en la sala de sesiones para poder hacer una nota con la Presidente hasta que fue llamada. Cuando iba a ingresar a la oficina que ocupa la contadora, previo paso por la oficina del hijo de ésta que oficia de «filtro» y «estratega», le preguntaron: «¿Qué pregunta le vas a hacer». Esto indignó a la comunicadora que se retiró del lugar sin hacer la nota.
¿Será que el Radicalismo y las autoridades políticas, especialmente las que llevaron a Gauna a ocupar cargos electivos, que de no ser por el «padrinazgo» o «dedo elector» no la votaría nadie, ven con naturalidad estos manejos autoritarios como los que se utilizaban en el gobierno Rozista cuando la UCR pretendía ser «editora» del pensamiento crítico en comunicadores?