No termina de sentarse que aclara que no hablará de refuerzos.
Que va a ser en vano que se le mencionen apellidos que están en el radar como Pratto, Silvio Romero, Cvitanich, Montoya, Musto y varios más. Que recién los escuchará de boca de Gallardo si el domingo es reelecto por los socios.
Y que el sábado a la noche cenará con el Muñeco y Francescoli en el hotel Sheraton aunque ni a los postres hablarán de las incorporaciones que, a esta altura, desvelan a los hinchas. Rodolfo D’Onofrio confía en su líder.
Y tanto que confiesa que dos días después de la derrota con Lanús, luego de estar reunido siete horas con el Muñeco en Ezeiza, decidió postularse porque Gallardo también le confirmó que seguía. De lo contrario hoy se hubiera escrito otra historia.
Y en plena campaña, a cuatro días de las elecciones, apura un balance de estos cuatro años de gestión, que augura sean los primeros de ocho. “¿Cómo voy a tener alguna espina por resultados?”, subraya en su ejercicio. Y hablando de resultados, solito se mete en la inquietante actualidad futbolística de River.