Roma. «Dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura», destacó el Sumo Pontífice en la Basílica de San Pedro.
Este domingo, el Papa declaró al enfermero ítalo-argentino Artémides Zatti como un nuevo santo, durante una misa en la Plaza San Pedro.
“Declaramos y definimos santos a los beatos Juan Bautista Scalabrini y Artémides Zatti y los inscribimos en el registro de los Santos, estableciendo que en toda la Iglesia sean devotamente honorados entre los Santos”, expresó el Sumo Pontífice.
Asimismo, destacó: “El hermano salesiano Artémides Zatti fue un ejemplo vivo de gratitud”: “Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura. Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes”.
Zatti había sido beatificado cuando la Iglesia Católica determinó que Dios obró un milagro por su intercesión, que fue la curación inexplicable para la ciencia de un sacerdote argentino que padecía una septicemia múltiple. En tanto, el año pasado, se le adjudicó un segundo milagro que permitió su canonización.
De esta manera, Zatti se consagró como el tercer santo en Argentina, al igual que Valdivielso Sáez (1910-1934) y José Gabriel “el cura” Brochero (1840-1914), el sacerdote cordobés que a lomo de mula recorrió su provincia evangelizando.
La vida y obra de Artémides Zatti
Artémides Zatti, vino a la Argentina con su familia por la creciente desocupación en 1880, cuando tenía 17 años y diez más tarde se consagró religiosamente. Tras atravesar un cuadro grave de tuberculosis en Viedma, dedicó su vida a a la atención de los más pobres y de los enfermos. Incluso, llegó a dirigir el Hospital San José de Viedma, donde los pobres eran atendidos gratuitamente.
En 1914, Zatti obtuvo la ciudadanía argentina y en 1948, a los 67 años, consiguió su matrícula de enfermero. Dos años más tarde, comenzó a tener síntomas de un cáncer pero siguió asistiendo a los enfermos más pobres hasta que su enfermedad lo incapacitó.
Murió el 15 de marzo de 1951 a los 70 años y sus restos están en la parroquia San Juan Bosco, de Viedma.