Roma. «Orar con Nuestra Señora es hermoso», dijo el Papa Francisco durante una audiencia con la Red de oración mariana llamada «Centinelas de la Sagrada Familia».
La red fue fundada hace diez años en Bélgica, pero desde entonces se extendió internacionalmente, con el objetivo de presentar en oración las intenciones de la Iglesia y del mundo a la Virgen María.
El Santo Padre comenzó su discurso dando la bienvenida a la delegación y agradeciéndoles por trabajar para cultivar una oración cada vez más ferviente en comunión con la Santísima Madre.
Humildad y sencillez
El Papa dijo que apreciaba la sencillez y la humildad de su movimiento, que surgió espontáneamente como resultado de la oración conjunta.
«El compromiso que se requiere de quien quiere convertirse en ‘centinela’ es simple -afirmó-. Puede parecer incluso ridículo: rezar cada día una decena del Rosario. Muy sencillo».
«Es poco a los ojos de los hombres, pero grande a los ojos de Dios, si se hace fielmente en el tiempo, con fe y en espíritu de comunión entre ustedes. Dios -seguró el pontífice- ama lo pequeño y lo hace fructificar».
El Santo Padre observó que la red está compuesta únicamente por mujeres, y afirmó que esto resalta su vocación en la Iglesia de seguir la imagen de la Santísima Virgen María.
Al mismo tiempo elogió la oración a Nuestra Señora por su intercesión, pero especialmente su deseo de conformarse «a Ella y a su maternidad», y de unirse «a su oración de intercesión como madre por todos los hijos de la Iglesia y del mundo.»
«Cualquiera que sea su estado de vida, con María todas son madres», dijo. «La oración de ustedes y su compromiso como ‘centinelas’ están orientados según el modelo de María, con ciertas características». Francisco reconoció la mirada y el cuidado que ponen en los demás y en las realidades del mundo, con todas sus tragedias y desafíos. Expresó su deseo de que su mirada sea siempre «como la de la Virgen María, una mirada de madre, paciente, comprensiva y compasiva».
«María, al ver al Niño Jesús sufrir la pobreza, no se desanima, no se queja, sino que guarda silencio; guarda su corazón y medita». «Esto -observó- es lo que hacen las madres: saben superar obstáculos y conflictos; saben infundir paz. Así logran transformar las adversidades en oportunidades de renacimiento y de crecimiento».
El Santo Padre animó a la delegación a seguir ayudando a las personas a descubrir el sentido de sus vidas y a mantener siempre la esperanza y la fe en el futuro y subrayó la necesidad de ternura, lamentando lo «duro» que es el mundo hoy, calificándolo de «implacable, sordo e indiferente» ante el sufrimiento y las necesidades de nuestros vecinos.
«María, en cambio, fue ternura para Jesús; y es ternura para la Iglesia y el mundo». Vivir este ejemplo de ternura, afirmó, «es ciertamente también la vocación de ‘centinela’: encarnar de algún modo la ternura de María por la Iglesia y por el mundo».
El Santo Padre concluyó agradeciendo a la delegación por su visita y dedicación, instándola a perseverar con valentía, sencillez y corazón.