21 noviembre, 2024

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Mafias en la Justicia: El caso del juez que «amedrenta» motivado por intereses vidriosos

Sáenz Peña. Los asuntos de “baja justicia” a nivel local son los que atienden esos magistrados en, en pueblos, eran los que llamaban al orden. Pero, qué pasa cuando se pierde el respeto por la gente, cuando se cree que el estatus judicial convierte a uno en dueño de la vida de los demás, cuando quien estudio derecho se olvida de la enseñanza Tomista de «dar lo justo».

Tomás de Aquino define la justicia como “el hábito según el cual uno, con constante y perpetua voluntad, da a cada uno su derecho”. Para eso el juez debe poseer condiciones académicas e intelectuales, pero también valores personales, y fundamentalmente ser probo. Es decir tener probidad, que no es otra cosa que ser: honrado, honesto, honorable, íntegro, recto, decente, moral, intachable, irreprochable.

Tristemente la Justicia sigue dando muestras de reproches. Esto es así porque el amigo del ex intendente, o del intendente, o el primo del legislador, consigue muchas veces ser nombrado en cargos donde luego creen que el manejo de “baja justicia” es a medida de los interés  del nombrado, como ocurría en los años 20 del siglo pasado.

En ese tiempo el comisionado, el comisario, el juez del pueblo, el director de la escuela, el presidente de la cooperadora, te hacían llamar y era una cita para preocuparse. Esas eran las autoridades. Eran los que encarnaban la mediación y el ordenamiento social “cara a cara” con la población.

Chaco tiene una larga historia de justicia politizada y de política judicializada. Gobiernos, legisladores, intendentes, concejales, referentes partidarios y sociales, y abogados, enfrentan una profunda crisis de credibilidad. Los administradores de justicia actúan como políticos antes que como abogados o magistrados independientes. Mafias.

Por eso, como sucede en una localidad centrochaqueña, hoy posiblemente por intereses vidriosos un juez que «amedrenta» a un vecino y hasta lo amenaza con allanarle la casa si no «acepta su consejo» de ceder ante presiones de otro vecino que vaya a saber qué relación tiene con el juez.

Algunos «radicales» y «peronistas», que vienen poniendo funcionarios en la Justicia desde hace tres décadas, como si intercambiaran figuritas, lejos de mejorar la calidad de la Justicia solo han conseguido dejar marcada una exultante decadencia en la que se avista profundamente la promoción de abogados faltos de sensibilidad social, en ciertos casos honestidad, probidad y espíritu de justicia en beneficio de todos. La política siempre mete la cola, y nuca fue para mejorar.

Habría que preguntarse ahora si el Consejo de la Magistratura no debiera replantearse la conducta de algunos jueces, y así, hacer honor a su misión: elegir a los mejores, a quienes serán en definitiva los verdaderos custodios de la Constitución y de la ley (SIC de la página institucional) . O acaso esta situación no se encuadraría en «falta en ocasión o con motivo del ejercicio de sus funciones».

Para cumplir con la enseñanza Tomista hay que ser probo, pero también en la Justicia existen «animaladas» y de algunos animales no se puede esperar otra cosa que no se una pata.

Será Justicia.

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