Sáenz Peña. Una nota periodística rescata el trabajo del Centro de Atención de Adicciones, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social que funciona en el barrio Tiro Federal. El sacerdote Rubén Pérez rescató el trabajo de la Iglesia en Sáenz Peña.
El centro de atención a las adicciones que el Ministerio de Desarrollo Social tiene en el barrio Tiro Federal, en la calle 3 entre 28 y 30, es una de las instituciones a la que el adicto o la familia puede recurrir. Por su parte el sacerdote Rubén Pérez, desde hace cinco años párroco de la iglesia San Cayetano, dio detalles de lo hecho desde la Iglesia católica.
«Hay un grito silencioso que pide ayuda porque ocurre que en ocasiones no saben dónde o a quién recurrir y existen los que intentan salir y no encuentran con quien hablar», decía el religioso, cuya comunidad celebró hace pocos días al Santo del pan y el trabajo, destaca que durante la novena «lo llamativo fue la cantidad de jóvenes que se fueron acercando a las actividades».
La participación generó la preparación de «un espacio de charla con el padre Fernando Sosa, a cargo de la pastoral de prevención de adicciones de la diócesis San Roque». «En estos tiempos la iglesia fue abriendo un poco más las puertas para hablar de esta problemática de la que es posible salir, levantarse y empezar de nuevo», agrega. Es de señalar que la novena dio inicio a los encuentros «incorporando a los padres de los jóvenes que participaron para también seguir promoviendo la prevención de las adicciones».
La realidad saenzpeñense
Una publicación de Norte señala que la adicción a las drogas es una realidad que involucra a niños de esta ciudad. Ocurren casos de consumo de marihuana e inhalación de nafta en menores de diez años que están siendo tratados por los equipos especilizados, «una vez que la familia aceptó la problemática».
Las drogas no solamente están «de paso» por las rutas del centro chaqueño, sino que llegan hasta la segunda ciudad del Chaco y se quedan para ser comercializadas entre los consumidores locales. La situación no es una mera conjetura ya que la evidencia está «a la vista de todos» y afecta a jóvenes, adolescentes y niños.
Las adicciones, aunque a la sociedad le cueste asumirlo, golpea desde hace bastante tiempo a distintos sectores, existiendo antecedentes de situaciones que llegaron a «ser cotidianas» de menores inhalando pegamento en las plazas.
En los tiempos que corren, por el fácil acceso que se tiene a la mercancía, el consumidor accede directamente a los estupefacientes, especialmente la marihuana que termina siendo la puerta de entrada para el consumo de drogas duras o pesadas.
En la crónica de lo que está sucediendo en la ciudad de Sáenz Peña y otras comunidades, lo cierto es que los equipos que trabajan contra las adicciones o en el tratamiento de adictos están interviniendo «con situaciones que involucran a niños de apenas nueve y once años de edad».
«Una de las sustancias más comunes que están consumiendo es la marihuana o la inhala‑ ción de nafta», se remarca. En los casos detectados, «la mayoría niega la situa‑ ción, pero en un corto o largo plazo la asumen».
Los hechos en las que están involucrados niños o adolescentes, es decir menores de edad, llegan a conocimiento del Centro de Atención de Adicciones por la advertencia, «de manera presencial o telefónica, que pueden realizar docentes de las escuelas, colegios o el mismo personal de salud de los puestos sanitarios y también del hospital».
El rol de la familia
El consumo de drogas siguen siendo un tema tabú y una situación difícil de aceptar por muchas familias que «no quieren reconocer que un integrante esté inmerso en las adicciones».
s un tema difícil de sobrellevar porque se debe hacer frente a «las diferentes etapas de negación en las que el adicto no acepta contención y no entiende que solo no podrá salir, solamente lo hará con la ayuda de los familiares, del entorno cercano».
El acompañamiento de una institución es necesaria también, a través de los profesionales especialistas en la problemática. El centro de atención a las adicciones que el Ministerio de Desarrollo Social tiene en el barrio Tiro Federal, en la calle 3 entre 28 y 30, es una de las instituciones a la que el adicto o la familia puede recurrir.
En el lugar, habilitado el año pasado, se realiza asesoramiento, articulación y gestión «para brindar una respuesta y contener». En algunas situaciones, cuando el adicto acepta la asistencia, el tratamiento puede ser ambulatorio o, «si ellos lo desean», con internación.
La dependencia estatal cuenta con preventores comunitarios en adicciones que son los que toman contacto con los barrios y que, en el corto tiempo de trabajo que tienen en Sáenz Peña y localidades cercanas se han encontrado con «diversidades complejas, entre ellas las de niños y adolescentes con consumo de marihuana o cocaína».
La realidad que afecta a un grupo etario que debería estar proyectando su futuro y no destruyendo su presente provoca el trabajo en conjunto con foros «para tratar de prevenir el acceso fácil a las sustancias adictivas que están teniendo hoy los niños, adolescentes y jóvenes».
«Es complicado lo que se ve en la ciudad o en comunidades vecinas porque hay personas que ya no tienen control de esa adicción y caen en robos dentro mismo de su entorno familiar o en actos delictivos más graves con el único objetivo de conseguir comprar la sustancia», resumen las personas que están trabajando a campo en la institución que depende de Desarrollo Social de la provincia.
«Lo importante es que existe una salida siempre que se tenga la voluntad para encontrarla», remarcan. Para también destacar que «las adicciones no son exclusivas de un nivel social y afectan al ciudadano de cualquier estatus económico».