Buenos Aires. El candidato a vicepresidente de Juntos Somos el Cambio creo su bancada oficialista en la Cámara Alta.
Miguel Ángel Pichetto conoce las entrañas del Senado y asume la lógica de poder del peronismo. Cuando aceptó el ofrecimiento de Mauricio Macri sabía que súbitamente se había convertido en un paria entre sus excompañeros del bloque justicialista. Para ellos, fieles de los Códigos del Aparato y aliados de la fórmula Fernández y Fernández, Pichetto «había cruzado» y merecía la expulsión de la cofradía justicialista.
El candidato a vicepresidente de Juntos Somos el Cambio tiene la piel dura y, sin perder la sonrisa, habló con sus amigos de la Cámara Alta y armó una bancada que aún no tiene nombre y que ejecutará todas las instrucciones que lleguen desde la Casa Rosada. Los amigos de Pichetto son Carlos Menem, Carlos Alberto Reutemann, Lucia Crexell y Carlos Espínola.
Su maestro, Carlos Menem
El candidato a vicepresidente de Macri estudió filosofía política a través de Hobbes, Maquiavelo, Kant, Kissinger y Gramsci e hizo las prácticas de ejercicio del poder con Menem. Pichetto es dúctil, pragmático y flexible en su perspectiva institucional debido a los años que se pasó observando cómo el entonces presidente jugaba al básquet o firmaba decretos con idéntica soltura.
Pichetto planteó a Menem su encrucijada política –demostrar en Balcarce 50 que podía crear poder institucional y exhibirlo–, y el expresidente se puso a disposición. No es para menos: el candidato a vice de Macri defiende una aplicación legal infinita de los fueros parlamentarios, y esa exégesis jurídica permitió que Menem no vaya preso por los delitos cometidos durante su administración pública.
Menem fue el primer voto propio que consiguió Pichetto desde que se hizo oficialista. Hasta ese momento, el expresidente con sentencia firme era un cuasi rehén político de CFK y su bancada. Menem era funcional al kirchnerismo, y bajaba al recinto cuando Cristina lo necesitaba. A cambio, la entonces presidente también procesada, avalaba la perspectiva de Pichetto respecto a la aplicación infinita de los fueros parlamentarios.
En plena campaña electoral, Macri enviará al Parlamento su proyecto de ley del Presupuesto Nacional 2020. Y es una obviedad revelar que los senadores que responden a Fernández (Cristina) y a Fernández (Alberto) plantearan en el recinto que no aprobarán un proyecto basado en los acuerdos firmados con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
En este contexto, el voto de Menem suma. Y ese voto, en plena campaña electoral, es un rédito político de Pichetto, que le prometió a Macri incorporar prácticas peronistas al método de poder que se ejecuta en el primer piso de la Casa Rosada.
Reutemann, el político que Menem inventó
El expresidente riojano ama los fierros y la velocidad. Y esa pasión lo acercó a Reutemann, un piloto de Fórmula 1 cuya infortunia personal transformó sus sueños de campeón en una pesadilla trasmitida en blanco y negro todos los domingos por ATC.
Menem reclutó a Reutemann, le enseñó lo básico de la política y el expiloto no lo defraudó. Fue gobernador de Santa Fe, nunca se hizo cargo de una tremenda inundación en su provincia y luego se transformó en senador peronista, que cumple con las formas y siempre vota con la mayoría de su partido.
Como Menem, el expiloto es sólo un voto. Anda distraído por los pasillos de la Cámara Alta, vive atado a su laptop apple, y pocas veces se lo escuchó en el recinto con un discurso histórico. Pero a Pichetto le sirve: un voto es un voto. Y Macri, en plena turbulencia proselitista, necesita de todos los votos necesarios para sacar las leyes en el Parlamento.
Senadora Crexell, discípula de Pichetto
Crexell es hija de Luz Sapag, una dirigente política del Movimiento Popular Neuquino (MPN) que tenía un futuro brillante. Sin embargo, la muerte se cruzó en su camino, y la democracia se perdió a Doña Sapag.
Crexell, la hija senadora de Sapag que heredó su inteligencia, se hartó del mal trato del MPN y se fue con su mentor Pichetto. Cuando el candidato a vicepresidente viajó a Neuquén para participar del Pre Coloquio de Idea Vaca Muerta, se sentó en primera fila y aplaudió a su amigo. Después regresó a Buenos Aires en el avión presidencial, saludó a Macri y conversó con ciertos empresarios poderosos vinculados al petróleo y al sistema financiera.
Cuando se bajó del Tango 04, Crexell sonreía sin eufemismos. Terminaba su mandato en diciembre y acordó que dejaba el MPN, y que integraba la lista de senadores nacionales de Juntos para el Cambio con Horacio «Pechi» Quiroga, que concluye su intendencia en Neuquén capital.
«Pechi» y Crexell pueden derrotar a la fórmula del MPN y a Oscar Parrilli, el candidato de Fernández y Fernández. Pichetto es autor intelectual de la formula del oficialismo en Neuquén, y Macri aceptó su propuesta electoral sin ningún condicionamiento. Cuando se cierre la lista de diputados nacionales –todavía hay una negociación pendiente–, se hará el anuncio oficial en Balcarce 50.
Camau, el senador olímpico
El senador Espínola fue el primer deportista argentino en tener cuatro medallas olímpicas (regatista), tiene asistencia perfecta en la Cámara Alta, y se acercó al bloque de Pichetto para marcar distancia con el peronismo vinculado a Fernández y Fernández.
Camau, como le dicen al senador correntino, tuvo una experiencia inolvidable como secretario de Deportes de Cristina Kirchner, y no quiere repetir ese modus operandi de la política. No es un incondicional de Macri -tiene formación justicialista–, pero considera una antigüedad la perspectiva que tienen Fernández y Fernández sobre el poder y la democracia.
Hace nueve días, Macri sorprendía con la designación de Pichetto como su compañero de fórmula. El senador nacional enfrentó a sus excompañeros del justicialismo y explicó porqué «había cruzado». Macri no tenía dudas acerca de su movida, y no le sorprende que Pichetto ya está pagando la apuesta política: cuatro votos propios en el Senado, no es poco.