Sáenz Peña. El Obispo de San Roque pidió rezar por el Papa Francisco, por la Iglesia y por el mundo, por los que sufren, y con fuerza por la paz.
El mensaje:
En cada Semana Santa celebraremos litúrgicamente los grandes misterios de nuestra Fe: la Pasión, la Muerte y la Resurrección gloriosa de nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Celebrar suena a fiesta, y no estamos de fiesta el Viernes Santo con la muerte del Señor en la Cruz. Celebramos también un cumpleaños, a veces solo recordando con agradecimiento esa fecha. Los cristianos no solo recordamos los acontecimientos centrales de la historia de la Salvación; al celebrar los revivimos unidos a nuestros hermanos de todo el mundo y de todos los tiempos. Y Dios nos bendice en cada celebración litúrgica de Semana Santa transformando nuestra alma, nuestro corazón a imagen de Cristo.
Muchos hemos acompañado a personas que después de una vida alejada de Dios y guiada por el desorden de pasiones, han respondido a la llamada del Espíritu Santo y volvieron a la casa del Padre. Experimentaron esa paz interior y esa alegría que da la familiaridad con Dios. Crecieron en sintonía con el bien que deben hacer y en sensibilidad hacia lo que podría arrancar de sus corazones el tesoro de esa Vida nueva que el Señor les regaló, y que nos ganó con la Cruz. Cristo resucitó de verdad, nos demostró que era el Hijo de Dios y que tenemos a nuestra disposición el tesoro de esa Vida nueva.
Hay abundantes males en la sociedad, muchos sufrimientos; soledad y desorientación en muchos jóvenes. Algunos no encuentran sentido a sus vidas, y caen en vicios como el de la droga. Asusta la violencia en sus distintas formas y en tantos sectores, incluso dentro de las propias familias. Se sufre por intolerancia, incomprensión, falta de justicia, críticas. El pecado en la vida de las personas se transmite a las estructuras de la sociedad.
Los cristianos miramos con esperanza la realidad, porque Cristo murió pero resucitó; nos llama, nos espera, nos transforma. Busca que unidos a Él participemos de su victoria, y transformados nosotros, ayudemos a que el mundo participe de esa Resurrección. Nos elige como protagonistas de esos cambios, de un mundo mejor, purificado, del de Cristo presente en las familias con su paz y con su amor.
Recemos por el Papa Francisco, y unidos a él por la Iglesia y por el mundo, por los que sufren, y con fuerza por la paz, que muchos hermanos nuestros sufren tremendamente.
La Virgen Santísima experimentó la gran alegría de la Pascua de Resurrección de su Hijo Jesucristo. Nuestra Madre nos llena de esperanza, de deseos de estar más cerca de Dios y de ser instrumentos para que otros también se le acerquen. Instrumentos también para que todas las estructuras de la sociedad se encaminen hacia el Creador. Felices Pascuas para todos. Que Dios los llene de su bendición.