18 mayo, 2024

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Nora González, una herida aún abierta, otra deuda de la Justicia saenzpeñense

Sáenz Peña. La mataron un 2 de abril de 1997. Para la Justicia fue el instructor de la Policía Daniel Randazzo, que hoy vive en Córdoba junto a su familia. Siempre quedó un sabor agridulce.

Su familia recuerda que como solía hacerlo todas las mañanas, Nora González de 16 años, salió muy temprano de su casa un miércoles 2 de abril de 1997 para dirigirse al colegio.

La familia preocupada por la desaparición de la menor ante el paso de los días, hizo la denuncia en la Policía mientras se iniciaba una desesperada búsqueda por la ciudad y alrededores, pero nadie sabía nada. Se creyó primeramente que la muchacha se escapó con alguien, pero su entonces novio Miguel Sánchez no tenía idea de lo que había pasado aunque las sospechas se posaron en él.

Unos pocos días después de la desaparición de Nora, dos muchachos se encontraban cazando en un descampado sobre la calle 51 (51 y calle 2), lugar donde existía una suerte de Quincho abandonado, cubierto de malezas, devenido en tapera, se toparon con el cadáver de Nora González.

El hallazgo

El cuerpo se encontraba en posición cúbito dorsal, en avanzado estado de putrefacción y con una prenda alrededor del cuello con la que se creyó la habían asfixiado, y sin signos de haber sido abusada. El hallazgo se produjo al constado de la misma calle donde en 1983 fue encontrado el cuerpo de María Luisa Quevedo, otro caso impune del que aún muchos se acuerdan.

La etapa investigativa

La causa fue tomada por el juez de Instrucción Oscar Sudría quien ordenó una autopsia al cadáver. Al principio se dijo que la víctima había muerto por estrangulamiento, aunque más adelante se supo que la muerte se produjo por la rotura del hueso hioides situado en la parte interior del cuello.

Al día siguiente del hallazgo, testigos silenciosos y reservados por supuestas presiones policiales, dirían que habían visto a un hombre en compañía de Nora, el mismo era Hugo Daniel Randazzo, trabajaba para la policía local y se decía que era un experto en artes marciales. En los medios locales de la época se empezaba a hablar de un homicidio pasional y por eso, además de Randazzo, pronto la policía también se fijaría en Miguel Sánchez de 19 años que había mantenido una relación de noviazgo con la víctima.

Las pericias indicarían que el homicidio se había producido a plena hora del día y que tenían serias dudas de que aquel haya sido el lugar donde Nora fue ultimada. Los investigadores tenían la hipótesis de que a Nora la habían matado en otro lugar y que había sido trasladada a aquella construcción abandonada. A pesar de que el sitio se encontraba un poco apartado de las viviendas, investigadores y periodistas sostenían que era imposible que nadie haya visto nada. Un confuso silencio se cerraba en torno a la causa. Por algún motivo, los testigos del hecho no hablaban.

El lunes 7 de abril declararía el primer imputado de la causa, Randazzo y los dos chicos que habían encontrado el cuerpo. Ciertos rumores empezaron a diseminarse por la opinión pública, uno era que Randazzo estaba siendo cubierto por la policía y el otro, es que la misma policía silenciaba a los testigos del hecho a través de amenazas.

Los médicos forenses dieron un nuevo parte médico en donde indicaban que la muchacha no había sido abusada sexualmente pero que tenía “golpes internos” que no se notaban a simple vista. Como si la persona que la hubiese lastimado sabía dónde golpearla para no dejar rastro de la agresión. La situación de Randazzo se volvía a complicar un poco más.

Las pericias se centraron en uno de los brazos del principal sospechoso, en el mismo tenía arañazos, de esa manera se pidió al Hospital 4 de junio de aquella ciudad una prueba anatomopatológica para determinar la antigüedad de las lesiones, Randazzo retrucaba alegando que los arañazos eran de vieja data, previos al homicidio de Nora. También se realizarían análisis debajo de las uñas de la víctima para ver si hubo alguna defensa a una posible agresión.

El abogado de la familia de Nora González, declararía a la prensa que la familia estaba recibiendo amenazas por parte de la policía, hecho que nunca se pudo comprobar del todo.

El miércoles 9 de abril declararía el novio de Nora, Miguel Sánchez, el cual quedaba pegado a la causa únicamente por eso, ser novio de la víctima pero que luego sería sobreseído por falta de méritos y porque en el momento de la muerte de Nora se encontraba trabajando en un taller.

Claro que en la opinión pública empezaba a originarse la idea de que Sánchez era un perejil con el fin de encubrir a Randazzo.

Con la causa en curso, los familiares y abogado de la familia González realizaron una marcha de silencio por las calles de Sáenz Peña. Aquel mar de gente, más de 3000 personas, eran la mejor metáfora de aquel caso. El silencio absoluto.

La investigación pudo corroborar que el día de la muerte de Nora González, Randazzo se encontraba de licencia y que aquella mañana, según sus declaraciones, había llevado temprano a su hija al colegio, a pesar de ello, había una franja horaria donde pudo haber perpetuado el hecho.

El lunes 14 de abril, los forenses tenían los resultados de las biopsias realizadas al brazo de Randazzo las cuales indicaban que los rasguños coincidían con la fecha del homicidio. Ante esta prueba se realizaron allanamientos en la vivienda del acusado, los mismos con pocos avances para la causa. Lo que buscaban las autoridades, era un buzo de la víctima, el cual nunca fue encontrado.

Mucama clave

El testimonio clave de esta causa, lo realizó una mucama del motel Los Pinos de aquella ciudad. La misma, sin dar explicaciones, había permanecido en silencio durante gran parte del desarrollo de la investigación. Se reforzaba entonces la teoría de que los testigos más importantes estaban siendo silenciados o tenían miedo de hablar. La mujer dijo que había visto ingresar a Randazzo con Nora en el establecimiento a eso de las 9:30 de la mañana. La mujer sostuvo que alrededor de las 10 escuchó dos gritos y luego un extraño silencio.

Las investigaciones realizadas en el motel indicarían que sería ahí donde Randazzo había asesinado a Nora pero entonces surgía una duda, si aquél había sido lugar donde habían matado a Nora, cómo hizo el asesino para trasladarla al baldío donde sería luego encontrada. Los investigadores indicarían que Randazzo tuvo la complicidad de otra persona y se sospechaba de un remisero. Lo extraño, nadie pareció ver cuando Randazzo sacaba el cadáver del lugar. Preguntas que no tienen aún respuestas inmediatas.

Finalmente se ordenaría la prisión preventiva a Randazzo y un fallo de 8 a 25 años por homicidio simple. Terminó siendo la mínima, y consiguió salir antes, por buen comportamiento.

Las raras historias urbanas

Siempre se sospechó que Randazzo pudo haber protegido a alguien más. ¿Su esposa?. Randazzo era instructor policial, se noto la sobre protección no solo de la Policía sino de otros sectores, la manipulación del cuerpo de Nora fue una muestra.

Randazzo recupero la libertad, salió camuflado en un remis desde la Alcaidía ubicadoa en calle 21 y 16 con rumbo a Villa Angela, allí lo espero su esposa que lo vino a buscar desde Córdoba.

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