Calciano, Italia -Especial-. Giuseppe Auletta se ordenó sacerdote hace medio siglo, y apenas con tres años de servicio sacerdotal llegó a Argentina donde tuvo un fuerte trabajo pastoral junto a las comunidades aborígenes en Chaco, Salta y ahora en Mendoza. «Hasta cuándo padre», se le preguntó en una entrevista de LT16, y respondió: «no me digas padre, decime hermano… hasta que me dé el chasis».
Viajo a Italia la primer quincena de abril para este acontecimiento: dar gracias por lo caminado. Publicó en su muro de Facebook «Celebración de la Santa Misa en la Iglesia Parroquial de San Giovanni Battista di Calciano (MT) – Italia por el 50 aniversario de la Ordenación Presbiteral de P. Joseph Auletta, Misionero del Consulado en Argentina», y publicó el video de la misa (que se puede ver abajo).
En un contacto con OdeN, desde su Italia natal, Auletta compartió su homilía, que aquí reproducimos:
«Homilía de los 50 años de Sacerdocio 1973 -28 de abril – 2023
La celebración de hoy es motivo de gran alegría, queridos hermanos y hermanas, amigos, familiares todos, Comunidades de todos los orígenes y procedencias, todas cercanas, gracias al Buen Pastor que nos espera y nos abre la puerta de su redil, llamándonos por nuestro nombre para luego conducirnos por los caminos del mundo.
Él – el Buen Pastor – se pone en camino con nosotros, para escuchar nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestras desilusiones, nuestros sueños y luego… sacudirnos, iluminarnos, animarnos, compartir el pan, hacer arder de nuevo el primer amor de la llamada al servicio, y ponernos de nuevo en marcha, en salida, anunciando la Vida.
Hace 50 años que, postrado en este mismo lugar, y luego vestido con su túnica, el Señor me mostró su camino, su recorrido, su Vía Crucis, la Misión…
Cuando empecé a pensar en este día, me vino a la mente la expresión del capítulo 12.1 de la Carta a los Hebreos:
“Ya que tenemos una nube tan grande de testigos rodeándonos,… corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante”.
Durante estos 50 años, ¡cuántos han partido, cuántos han corrido con perseverancia y han completado su carrera testimonial!Es una lista interminable, empezando por mamá y papá, Nicolás mi hermano mayor y, ya unos años antes, Battista quien ofreció su enfermedad y su vida por sus hermanos que transitaban el camino para el servicio consagrado del orden sacerdotal.Y desde entonces muchos otros familiares, amigos, benefactores, hermanos y hermanas de la Familia de la Consolata… han partido a la casa del Padre.Los siento a todos aquí presentes, participando de esta acción de gracias, sintiendo su aliento y apoyo durante todos estos años, así como mis hermanas, mi hermano, sobrinos, sobrinos-nietos, amigos, bienechores, cohermanos, hermanas y la gran familia de las Comunidades que el Buen Pastor me ha permitido acompañar, como decía al principio en la fraternidad, la reciprocidad y la gratuidad… todos parte de una sola gran familia, la que la Misión sabe crear. Pues esto es la Misión: una oportunidad única, especial, que nos hace sentir a todos como una gran familia… gracias, por supuesto, especialmente al instrumento que representa a mi Familia Religiosa de los Misioneros y Misioneras de la Consolata. Es lindo y decisivo que todos lleguemos a sentirlo así, no sin sacrificio, no sin renuncias, eso sí, agradecidos a la gran generosidad del Buen Dios que todo nos lo devuelve el cien por uno. Los quiero mucho a Ustedes que están aquí, así como quiero mucho a los que están allá, apenita del otro lado del océano, y que, repito, forman parte de una gran familia, la que sólo la Misión sabe propiciar. Y aquí permítanme agradecer de manera especial a los afectos familiares más directos, así como a quienes han formado parte de ellos, por dejarme libre y, no sólo, por animarme a seguir con la Misión, al otro lado del océano, hasta que las condiciones físicas me lo permitirán… ¡Cuantas veces salió lo de “¿ahora te quedás?” cada vez que volvía a Italia! Y, sin embargo, escuchando mi respuesta… todavía un tiempo, otras tantas, me han dicho: “Seguí con la Misión, si eso te hace feliz para hacer felices a los demás”…
Gracias, hermana mayor, “sorellona” Rosetta,
Gracias, hermana menor, “sorellina” Rachele,
Gracias, hermano Angelo…
Gracias, Comunidad-Familia aquí de Calciano…
Gracias Comunidades-Familias todas, apenita del otro lado del océano, cercanas… todas, con tantos rostros concretos…
Un gran abrazo en el Señor, el Buen Pastor, que nos carga cuando nos ve fatigados y necesitados de alivio…
¡Adelante con la Misión y por la Misión, generadora de Vida para un Mundo Nuevo, que el Señor nos confía!».
VER QUÍ LA MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS DEL SACERDOTE JOSÉ AULETTA
Escuchar nota en LT16 AM950