25 abril, 2024

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San Carlos, pueblo correntino con raíces jesuíticas, que ahuyentó a Karaí

Corrientes. Beto Amaro es el Viceintendente de la localidad, y acompaña a Emiliano Costaganna quien asumió hace meses la Intendencia. El periodista Horacio Fernández fue recibido junto a su programa Voces de la Jornada que se emite en LT16 AM 950 para conocer un poco la historia, los desafíos políticos de hoy y las vivencias tradicionalistas.

La visita al pintoresco pueblo de San Carlos, Corrientes, ubicado en el límite con Misiones fue para conocer más sobre su historia y disfrutar del festival para «Ahuyentar a Karaí».

En el audio que compartimos aquí podrán escuchar a Beto Amaro contarnos sobre gran parte de la historia del pueblo, una reducción jesuítica que forma parte del Corredor Turístico Jesuita del litoral argentino. La gestión del joven intendente Emiliano Costaganna se enfocó en rescatar la identidad del poblado por eso el Concejo Municipal mediante ordenanza rescató la fecha de fundación inicial, pero además hay un fuerte compromiso social en desplegar mayor desarrollo mediante obras de mejoramiento de transitabilidad e iluminación.

Amaro contó que este año por primera ves los estudiantes vivirán la Fiesta de la Estudiantina, que tuvo lugar también en la noche del 1 de octubre, «los estudiantes tomarán el pueblo, y nosotros queremos acompañarlos en este momento tan especial que viven nuestro jóvenes», dijo el funcionario.

San Carlos es un pueblo de gente sencilla y hospitalaria, cercano a Santa Catalina Ecoturismo, un lugar que se entremezcla con la naturaleza boscosa de la zona y la tierra colorada, perteneciente al Obispado de Santo Tomé, pero abierto al publico para poder descansar y conectarse con la belleza de la zona en una gran casa de descanso y relax.

ESCUCHA LA NOTA CON BETO AMARO EN LT16

La leyenda de Karaí

El Karai Octubre es un duendecito que sale de la región guaraní, tiene su centro en Paraguay pero la creencia también existe en Corrientes, Formosa y parte del Chaco y Santa Fe. Este duende castiga a los que no supieron guardar en el invierno, con un látigo, y premia a los que tienen la olla llena el 1 de octubre, bendiciéndoles con la Espiga Dorada.

Es por esto que los guaraníes recibían el mes de octubre con un delicioso guiso Yopará, para conjurar al Karai Octubre. Según la tradición, octubre es el mes en que escasean los alimentos: la mandioca, el maíz y otros productos vegetales son más difíciles de conseguir en el campo.

El Caraí (señor) Octubre es, según la creencia popular, un duende maléfico al cual atraen la carencia y la pobreza. Por eso, el 1 de octubre de cada año, en los hogares se hace una comida en la que se sirve un suculento Yopará, similar a un locro, pero con porotos, con la intención de conjurarlo, ya que este duende no se queda en los lugares donde hay abundancia”.

Karai Octubre es un festejo Guaraní que se remonta mucho antes de la llegada de los españoles a América, cuando en la época en que florecían los lapachos los guaraníes notaban que aflojaban sus reservas de alimento, ya que no había frutos que recoger en el monte y los animales estaban muy flacos por la salida del invierno, y la agricultura que hacían como ser maíz, mandioca, batata, recién se sembraban a partir de allí.

En fin lo único que había por doquier era miseria. El guaraní que era un hombre muy positivo en su manera de pensar no veía mejor manera de contrarrestar esta miseria que hacer una gran comilona y danzando su Dios Tupá para que aleje la pobreza.

Cuando vienen los españoles y al convivir con los guaraníes ven precisamente que al comenzar la temporada de primavera se quedaban cortos de alimentos, adoptaron esa tradición uniéndose a la gran comilona y al baile.

Algunas de las costumbres de los mayores en esta época era por ejemplo levantarse bien temprano con un arreador en mano y pegar en todos los rincones de la casa diciendo “Para que se retire karai octubre de esta casa”, o bien dejar comida en la puerta de las casa para que el que pasara por allí se la llevara.

De ahí que en todas las casas, cada primero de octubre, no falte el puchero bien servido. De esa forma la conciencia de toda la familia quedará tranquila por el resto del año. En cambio aquellos que se resistan y mezquinen la comida de ese día tendrán que convivir con el hambre por el resto del año.

Esta tradición enseña al campesino a prever el alimento para los suyos durante los meses de “vacas flacas”, época que se inicia en octubre y que abarca los últimos meses del año. El premio es para los previsores. El castigo, para los haraganes.

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