Quitilipi. Pidió encarecidamente a los representantes políticos que intercedan ante la empresa constructora o Vialidad Provincial para solucionar el inconveniente, ya que durante las últimas precipitaciones (90 mm) todo el lugar quedó anegado con entre 50 y 60 centímetros de agua.
El profesor José Martín, vecino domiciliado en calles La Pampa y San Luis, se presentó ante el Concejo Municipal para efectuar un fuerte reclamo por fallas de drenaje del agua de lluvia en el sector del nuevo asfalto, que se construyó hace pocos meses y cuya obra todavía está en ejecución.
«Supuestamente fuimos beneficiados con el asfalto pero en estos meses cada vez que llovió aunque sean 30 mm quedamos inundados; tenemos que dejar los vehículos a tres cuadras, caminar en el agua y soportar numerosos inconvenientes; al final estamos peor que cuando había ripio porque se podía salir y ahora quedamos encerrados; esta obra fue muy esperada por años y me parece un despropósito y una picardía que la ejecuten así, está muy mal hecha, es un embudo, una pileta, los vecinos nos reímos para no llorar», aseguró.
GESTIONES Y POCAS RESPUESTAS
Martín enumeró varias gestiones realizadas para exponer el problema, como una reunión con el intendente que se comprometió a sacar el agua con una bomba. También tuvo contacto con el director de Vialidad Provincial, que no le respondió hasta el momento, y comunicaciones con diputados provinciales que se comprometieron a visitar el barrio.
«Esto es muy grave, alguien le tiene que decir a la empresa que rectifique y arregle el desastre que hizo, ya que todavía está trabajando en el asfalto y si se concluye todo va a quedar así de por vida», manifestó.
El vecino indignado agregó también sobre una charla con personal de Obras Públicas del municipio en la cual advirtieron que «no se le encontraría solución al escurrimiento del agua ni siquiera haciendo un canal que desemboque en la calle Irigoyen», según estimaron.
«RETROCEDIMOS AL SIGLO XVI»
Al malestar durante los días de anegamiento se suman las averías en vehículos y la peligrosidad que implica movilizarse para las tareas cotidianas. «Pero además, cuando por fin baja el agua empieza a flotar la cloaca, lo cual no es higiénico ni saludable, nos retrocedieron al Siglo XVI cuando la orina se tiraba en las calles; esta situación nos afecta en lo económico y en la salud; les suplico que hagan algo, es un error muy grosero y no hace falta ser especialista hídrico para darse cuenta; es tristísimo que esta obra tan ansiada se deje así», concluyó el profesor.